Seguramente en alguna ocasión, mínimo, te has preguntado: ¿qué hubiera pasado si yo hubiera (o no) dicho/hecho tal cosa? Tal vez tu vida sería otra, tu aprendizaje sería otro, tu mundo sería muy diferente al que tienes… o posiblemente no; y de esto se trata “Constelaciones” la puesta en escena estrenada hace tres años en Londres que llega por vez primera a nuestro país bajo la dirección de José López Velarde para enseñarnos lo que hay detrás de “qué pasaría si”.
Todo inicia cuando un apicultor y una científica, se conocen en una reunión y a partir de ese momento observamos de manera singular las distintas posibilidades que la pareja tendría si sus (des)encuentros hubieran (o no) sucedido de una u otra forma; un viaje que nos invita a cuestionarnos respecto a los caminos que tomamos en la vida.
“¿Sabes por qué es imposible chuparte la punta de los codos?” es la primera pregunta que le realiza Mariana a Rolando y aquí es donde se desata esta que pudiera ser una simple historia de amor, pero es más complejo que esto, es un relato que intriga, une, desune, explota, neutraliza, inmortaliza.
En La Teatrería se retrata todas las posibilidades de cómo se conocieron, sí, así como lo lees, muchas veces, bajo diferentes circunstancias, obteniendo todos los resultados que pueden haber en un universo de opciones.
En “Constelaciones” se invaden miles de sucesos de lo que pasaría si en vez de dar un abrazo frío emitiéramos un beso; así tan simple y complicado a la vez; y de esta forma se proyecta la complejidad de las relaciones (especialmente) de pareja, desde su inicio hasta el fin, gracias a cada una de las decisiones de los personajes de Mónica Huarte y Nacho Tahhan.
He tenido la oportunidad de ver a Huarte en muchas ocasiones, tanto en cine como en teatro, que si en "Cansada de besar sapos" está increíble; que en "Lobos por corderos" la puedes llegar a odiar; que si en “Mentiras”… “Casi Divas”… sí, pero si no las has visto en este papel, es como si no hubieras observado nada de ella, ha sido el más impactante, batallador, por todo lo que significa, por lo que está en el escenario y lo que está detrás de él. Te envuelve cada una de sus palabras, es tan minuciosa que ¡mueres por abrazarla! Si antes la respetaba, después de disfrutarla en vivo, la admiro mucho más.
A Tahhan es la primera vez que lo veo en escena y quedé sorprendido gratamente, a veces indefenso, a veces violento, a veces amoroso; porque realmente ves una dupla que habla el mismo lenguaje, ninguno está por arriba del otro, ambos están en el mismo nivel, brincan de emoción en emoción, de ir de adelante hacia atrás, en cuestión de segundos; detalle que no es fácil y más si tomamos en cuenta que no es una estructura lineal.
La historia original escrita por el dramaturgo inglés Nick Payne, posee una escenografía que con una ingeniosa iluminación y varios espejos simula la inmensidad del universo; la creación de Jorge Ballina hace que esta obra cambie de ambientes y veamos cómo las constelaciones se van (de)formando poco a poco.
Quedo agradecido al universo por haber visto esta obra, una puesta en escena que te mueve, y es que saliendo de la función lo equiparás con tu vida, es imposible no hacerlo, desde que hubiera sucedido si, por ejemplo, no me hubiera distanciado de mis mejores amigos de la secundaria; hubiera ido a ese viaje planeado; no hubiera conocido al que llamé en varias ocasiones el "amor de mi vida"; o si hubiera salido del clóset años antes, tal vez la historia sería otra... o no.
"Tenemos todo el tiempo que siempre hemos tenido,
no vamos a tener más o menos tiempo cuando yo ya no esté"