Es muy fácil criticar, es sencillo decir "yo hubiera hecho esto..." pero es realmente complicado ponerse en los zapatos de alguien más, y lo digo porque "Rumbos Paralelos", filme dirigido por Rafael Montero, te provoca esto, mientras la estás viendo, tu criterio lo podrías exponer mentalmente pero para al final entiendes las diferentes aristas de esta historia que se muestran en la pantalla y estoy seguro que hasta podrías cambiar un poco de opinión y no está mal, sino que cuesta trabajo decidir de cuál lado estás, si no lo vives en carne propia.
La narrativa sigue la vida de dos niños, cuyos caminos tendrán que cruzarse, por una parte, está Fer (Julián Fidalgo), hijo único e inquieto de Gaby (Ludwika Paleta), una mamá soltera que ha dedicado su vida a criarlo, poseen una empatía y una complicidad muy particular; por su parte, Diego (Santiago Torres) un niño que desde muy pequeño ha tenido una salud muy frágil, vive con Silvia (Iliana Fox) y Armando (Michel Brown) además posee una hermana pequeña.
El conflicto inicia en el cumpleaños número 10 de los niños y horas después, las dos madres, especialmente, deben de enfrentan el hecho de que sus hijos a quienes han cuidado, protegido, educado, procurado fueron cambiados al momento de nacer; lo que sale a la luz ante el deterioro de la salud de uno de ellos, al punto de necesitar un trasplante de riñón.
Que sí, he sentido lo que una madre haría por sus hijos (una muestra de ello es la mía y mi par de abuelas), todo el cariño que le tiene a un ser pero evidentemente no soy mujer ni nunca seré madre para saber lo que realmente significa y lo que ellas están dispuestas a hacer por su críos, sean o no biológicos. Y lo digo de esta manera porque la historia creada por Sharon Kleinberg, lo pone en tela de juicio, qué se debe de hacer ante un error del hospital, cómo se debe de actuar, qué sería la óptimo hacer ante esta noticia.
Éstas dudas aparecen en la cabeza de los personajes tanto de Ludwika como Iliana, quienes sostienen la película y no me refiero que los demás no estén a su nivel, pero el filme tiene un ojo muy especial, muy femenino para que este par de actrices logren engancharte, que te subas a su barcos y sientas lo que ellas están sufriendo, no es fácil realizarlo pero ellas lo logran, sus matices son muy grandes.
Son buenas elecciones ya que su madurez adquirido a lo largo de los escenarios ayudan para recrear estos personajes tan complejos y diferentes, en especial en la toma de sus decisiones. Las primeras escenas que tienen estas intérpretes no se las pueden perder, la manera de conocerse, la forma en que empiezan a tener una relación es muy "congelante", no ha de ser nada sencillo pasar esta situación.
También hay actores que apoyan a contar la historia entre los que sobresalen Arturo Barba, Fernanda Castillo y Juan Ríos, quienes a su vez son el soporte del personaje que da vida Paleta.
El final podría ser un poco predecible no hace falta ser un erudito para saber qué es lo qué pasará y obviamente por respeto no lo diré, sólo mencionaré que sentí en las últimas escenas del filme como que hizo falta una mejor edición, sentí recortadas algunos diálogos y unicamente mostraron flashazos para dar el claquetazo final.
Un punto que quisiera exponer a parte de la importancia de la donación de órganos, es que las películas mexicanas no necesitan apoyo por ser de este país, por el simple hecho de haber nacido en el territorio nacional, sino porque sean de calidad, que propongan algo, que sean realmente divertidas o todas las anteriores juntas; y esta película es claro ejemplo de esto, hay que verla por su valor, por su sencillez y complejidad, por sus actuaciones y sobre todo por la semilla que te deja para hacerla crecer cuando sales del cine.
La narrativa sigue la vida de dos niños, cuyos caminos tendrán que cruzarse, por una parte, está Fer (Julián Fidalgo), hijo único e inquieto de Gaby (Ludwika Paleta), una mamá soltera que ha dedicado su vida a criarlo, poseen una empatía y una complicidad muy particular; por su parte, Diego (Santiago Torres) un niño que desde muy pequeño ha tenido una salud muy frágil, vive con Silvia (Iliana Fox) y Armando (Michel Brown) además posee una hermana pequeña.
El conflicto inicia en el cumpleaños número 10 de los niños y horas después, las dos madres, especialmente, deben de enfrentan el hecho de que sus hijos a quienes han cuidado, protegido, educado, procurado fueron cambiados al momento de nacer; lo que sale a la luz ante el deterioro de la salud de uno de ellos, al punto de necesitar un trasplante de riñón.
Que sí, he sentido lo que una madre haría por sus hijos (una muestra de ello es la mía y mi par de abuelas), todo el cariño que le tiene a un ser pero evidentemente no soy mujer ni nunca seré madre para saber lo que realmente significa y lo que ellas están dispuestas a hacer por su críos, sean o no biológicos. Y lo digo de esta manera porque la historia creada por Sharon Kleinberg, lo pone en tela de juicio, qué se debe de hacer ante un error del hospital, cómo se debe de actuar, qué sería la óptimo hacer ante esta noticia.
Éstas dudas aparecen en la cabeza de los personajes tanto de Ludwika como Iliana, quienes sostienen la película y no me refiero que los demás no estén a su nivel, pero el filme tiene un ojo muy especial, muy femenino para que este par de actrices logren engancharte, que te subas a su barcos y sientas lo que ellas están sufriendo, no es fácil realizarlo pero ellas lo logran, sus matices son muy grandes.
Son buenas elecciones ya que su madurez adquirido a lo largo de los escenarios ayudan para recrear estos personajes tan complejos y diferentes, en especial en la toma de sus decisiones. Las primeras escenas que tienen estas intérpretes no se las pueden perder, la manera de conocerse, la forma en que empiezan a tener una relación es muy "congelante", no ha de ser nada sencillo pasar esta situación.
También hay actores que apoyan a contar la historia entre los que sobresalen Arturo Barba, Fernanda Castillo y Juan Ríos, quienes a su vez son el soporte del personaje que da vida Paleta.
El final podría ser un poco predecible no hace falta ser un erudito para saber qué es lo qué pasará y obviamente por respeto no lo diré, sólo mencionaré que sentí en las últimas escenas del filme como que hizo falta una mejor edición, sentí recortadas algunos diálogos y unicamente mostraron flashazos para dar el claquetazo final.
Un punto que quisiera exponer a parte de la importancia de la donación de órganos, es que las películas mexicanas no necesitan apoyo por ser de este país, por el simple hecho de haber nacido en el territorio nacional, sino porque sean de calidad, que propongan algo, que sean realmente divertidas o todas las anteriores juntas; y esta película es claro ejemplo de esto, hay que verla por su valor, por su sencillez y complejidad, por sus actuaciones y sobre todo por la semilla que te deja para hacerla crecer cuando sales del cine.