Chilango, más de 8 años juntos

Tengo más de 1100 revistas y contando… Siempre me han preguntado por qué las colecciono y en realidad no lo sé, simplemente me gusta leer, checar el contenido, admirar su diseño y criticarlas. Creo que para mí es un artículo de primera necesidad.

En esta ocasión les hablaré escribiré de Chilango, revista que tiene más de ocho años de vida y se ha colocado en una posición respetable en el mundo editorial. El número inaugural donde salió en portada Ana Claudia Talancón acostada en una “alfombra” llena de chiles no fue mi primera adquisición ya que aunque es muy buena portada no me atrajo del todo; en cambio, la siguiente edición donde apareció Diego Luna fue la primera que tuve en mis manos y por obvias razones la compré.

Cuando terminé de leerla me di cuenta que no había otra publicación con tanta información y diversidad de temas como lo hacía dicha revista y fue por eso que decidí que la compraría mes a mes y no me equivoqué, siempre me dejó un grato sabor de boca.

Como en todo, han tenido grandes aciertos y errores, hubo portadas memorables como DF 80´s, Las 13 Noches Extemas, Sexo en la Ciudad y una de Gael García donde su pelo afro abarcaba toda la página; cabe mencionar que hubo ocasiones que el tema principal no me interesaba como el de los mejores colegios que abarcaban decenas de páginas y si con esto no fuera necesario, aparecían múltiples secciones publicitarias. Llegué a pensar que estaba leyendo un catálogo escolar de la Secretaría de Educación Pública.

Y aunque mis secciones favoritas como Chilangoñol, Conejita de Indias, Perros y

Gatos y Amor Chilango han desaparecido -todavía no logro superarlo- aún sigo encontrando una que otra que se defiende bueno, hasta hace algunos meses atrás.

Les explico: Ya sé que como en todo hay que renovarse o morir pero hay que revisar los cambios que se hacen para no hacer que la revista caiga y deje de SER y de existir. Lo digo porque Chilango a finales del año pasado ha sufrido enormes modificaciones que no me han gustado, la siento forzada y con una mala dirección, es decir, dejó de tener esa energía que tenía cuando la leías y su diseño transmitía calidez y emoción por leer más.

Y todo esto es raro porque su página de internet está mucho mejor que la edición impresa y creo que hablo con todo el conocimiento de ello, ¿o no?

Tengo que decir que antes la compraba hasta con los ojos cerrados ahora la tengo que hojear para ver si realmente vale la pena adquirirla porque el más reciente número (#87) dejó mucho que desear si no es por un artículo que realmente me encantó hubiera dicho que tiré mis $33 a la basura.

Espero de todo corazón que mi afición por esta publicación no se extinga y deseo que Gabriela Said, la nueva Directora General, se ponga las pilas y revise el camino por donde quiere llevar la revista y ojalá que sea por el camino correcto.