Una Caja llena de ¿carcajadas?


Mudarse no es cosa fácil y más si lo tienes que hacer en unas cuantas horas y tu cuarto está más desorganizado que tu propia vida, ¿qué harías?, ¿cómo asumirías este reto?

Seguramente ni sabrás por dónde empezar que lo primero que se te ocurriría es hablarle a tu amigos para que te echen una manita y dejes como nuevo (en tus sueños) el lugar, antes que llegue la hija del casero, bueno, al menos eso fue lo que hizo Antonio (Ricardo Polanco), el protagonista de La Caja.

Cajas de pizzas, pósters de películas, envases de cervezas, empaques de frituras, vasos, fotografías y muñecos de peluche son sólo algunos de los objetos que podrás encontrar en el departamento de este veinteañero, que si bien no es el más organizado, al menos, tiene que serlo para deshabitar el cuarto.

En un par de minutos recibe a Víctor, quien le acaba de poner los cuernos a su novia Marina, quien a su vez, llega minutos después para saber si Toño tiene noticias de su querido, pero el infiel se esconde para no dar explicaciones de lo que hizo la noche anterior.

Y es así que más personajes no dejan de llegar y hacer más caótica la mudanza, el hermano de Marina, David, quien tiene que ensayar algunas líneas sexosas para la obra de teatro donde participará, hasta una modelo húngara lista para su shooting y que por cierto, no habla español; claro, sin dejar a un lado el fotógrafo gay quien prestará su camioneta para mudarse.

Bajo la dirección de Lía Jelin, cada uno de los actores brillan de manera natural haciendo que la obra se te pase como agua, sobre todo cuando después de unos minutos de haber empezado la función, aparece Regina Blandón interpretando un  personaje entrañable que pudiera ser la típica novia que no ve que su novio le es infiel, pero no lo es, detrás de esa fachada esconde a esa joven que enfrenta a su pareja muy a su pesar.

Otra mención especial es para Luis Manuel Ávila, quien encarna a Lorenzo, y llega a esta casa para hacer una sesión fotógrafica. El actor evita caer en el típico estereotipo gay, que si bien hacen chistes respecto a esto, no son burdos ni fáciles como podrían llegar a ser. Ojo, escucha con atención la especie de monólogo que se avienta, es sin duda el speech que pone las cartas sobre la mesa a Antonio. Está para "chuparse los oidos", lleno de claridad, una bomba catártica. ¡Muy disfrutable!

Es así como inició en el Teatro Renacimiento esta obra escrita por Clément Michel llena de coqueteos, toqueteos, engaños, confusiones y portazos que  te dejará con un buen sabor de boca.