En "Fachon Models" no verás al típico actor de telenovelas, léase güero, ojiverde, cuerpo de gym; ni a la protagonista de moda de Televisa (semidesnuda, labios con colágeno y con una talla de 90-60-90); sino a verdaderos actores que logran llenar la pantalla grande con talento y no con cuerpos operados.
La comedia protagonizada por Eugenio Bartilotti, Héctor Jiménez y Adriana Louvier pone el dedo en la llaga para adentrarnos en los estereotipos de belleza que se ven con regularidad, léase televisión o en el mismo séptimo arte, y al mismo tiempo envolvernos en una historia de amor.
El largometraje cuenta la historia de Ulises, un actor que sufre discriminación al ser un hombre gordo y cuyo único ámbito laboral se reduce a los infomerciales; él se reencuentra con Carolina, el amor de su infancia, y está dispuesto a conquistarla, hazaña en la que lo acompañará su mejor amigo, "El Charal", un joven de clase baja cuyo máximo sueño es salir en la tele.
Ambos protagonistas hacen una mancuerna perfecta, la interacción que hay entre ellos es muy disfrutable y natural; sus gestos, acciones y chistes -involuntarios- son el aderezo de esta cinta dirigida por Rafael Montero.
Las actuaciones de Eugenio y Héctor son como Capulina y Viruta; o don Quijote y Sancho Panza, sin la vitalidad de uno no existe la picardía del otro; sin el ángel de uno, la "diablura" del otro no aparecería.
Son dos personajes que sin ser galanes en el "sentido cuadrado" de la palabra, dan vida a la pantalla; cabe mencionar que hay momentos que gracias a los comentarios y expresiones del simpático de Jiménez llega a robar la pantalla.
La producción cinematográfica hace burla de la superficialidad que de alguna forma reina en la industria del espectáculo.
Sin duda alguna, otro punto a su favor es la crítica a modo de burla dirigida al mundo de los infomerciales, a esos programas que no deberían de existir y aquí demuestran muy bien el por qué.
Lo que no me latió son los consistentes comerciales de productos y servicios a lo largo de la película, sé perfectamente que de alguna forma se debe retribuir con el apoyo a esta cinta pero se debería de hacerlo más sutilmente y con mejor gusto, no tan forzado.
El largometraje cuenta la historia de Ulises, un actor que sufre discriminación al ser un hombre gordo y cuyo único ámbito laboral se reduce a los infomerciales; él se reencuentra con Carolina, el amor de su infancia, y está dispuesto a conquistarla, hazaña en la que lo acompañará su mejor amigo, "El Charal", un joven de clase baja cuyo máximo sueño es salir en la tele.
Ambos protagonistas hacen una mancuerna perfecta, la interacción que hay entre ellos es muy disfrutable y natural; sus gestos, acciones y chistes -involuntarios- son el aderezo de esta cinta dirigida por Rafael Montero.
Las actuaciones de Eugenio y Héctor son como Capulina y Viruta; o don Quijote y Sancho Panza, sin la vitalidad de uno no existe la picardía del otro; sin el ángel de uno, la "diablura" del otro no aparecería.
Son dos personajes que sin ser galanes en el "sentido cuadrado" de la palabra, dan vida a la pantalla; cabe mencionar que hay momentos que gracias a los comentarios y expresiones del simpático de Jiménez llega a robar la pantalla.
La producción cinematográfica hace burla de la superficialidad que de alguna forma reina en la industria del espectáculo.
Sin duda alguna, otro punto a su favor es la crítica a modo de burla dirigida al mundo de los infomerciales, a esos programas que no deberían de existir y aquí demuestran muy bien el por qué.
Lo que no me latió son los consistentes comerciales de productos y servicios a lo largo de la película, sé perfectamente que de alguna forma se debe retribuir con el apoyo a esta cinta pero se debería de hacerlo más sutilmente y con mejor gusto, no tan forzado.