Pederastia Perfecta: La obediencia de la fe

 “Muy pronto se darán cuenta de que las cosas que aquí son normales, incluso virtuosas, afuera se verán raras”, es una frase utilizada durante el primer tráiler del filme mexicano "Obediencia Perfecta".

Si hace dos años en el Festival de Cine de Morelia cuando vi el documental "Agnus Dei: Cordero de Dios" sentí un frío espeluznante y lleno de rabia por el abuso cometido hacia el protagonista; ahora que me tocó observar la ópera prima de Luis Urquiza, no pude creer lo que había ante mis ojos, me quedé congelado, con un nudo en la garganta, muy difícil de digerir.

Sin duda, el filme busca levantar la voz acerca de los casos de pedofilia en el interior de iglesia; narrando de una manera casi perfecta cómo los Legionarios de Cristo abusaban de los niños por medio de un círculo que privilegiaba a alguno de los inocentes, a quien metía en un camino de atropello, en medio de la corrupción y la complicidad de la iglesia católica.

Cabe mencionar que la interpretación está basada en uno de los capítulos del libro Perversidad, de Ernesto Alcocer –quien también escribió el guión–; "Obediencia perfecta" toma como punto de partida la historia de Marcial Maciel para analizar no su vida, sino la de las víctimas y el proceso de captación al que eran sometidas.

No sólo se realiza la denuncia, también plantea una historia de amor/admiración sumamente perversa entre un adulto y un menor, quien se distingue de sus compañeros y lleva al espectador a entender el cómo muchos niños permanecieron en silencio durante tantos años.

Y aunque la realidad supera millones de veces la ficción, créanme que aquí no es necesario poner nombres o "títulos nobiliarios", sabemos a quiénes se refieren, quiénes son los responsables, quiénes ocultan estos hechos tan denigrantes y sobre todo quienes continúan haciendo estos acontecimientos que si tienen algún mote no es el Dios. 

Juan Manuel Bernal es el encargado de darle vida a un padre que practica actos pederastas en un seminario religioso, provocando un temor en los jóvenes que se ven afectados por sus acciones, claro, para él justificadas; tengo que aplaudir al actor porque es una de las pocas veces que lo he respetado, se mete a una piel llena de maldad pero lo hace con una serenidad que a más de uno lo llena de ira.

Así como a los actores Sebastián Aguirre y Alejandro Hoyos, cada uno con su energía y forma de ver, sentir y sufrir que hacen llenar a sus personajes de una manera sin igual, transpirando sufrimiento y rabia por lo que "tienen que vivir".

Si hay algo que se pueda criticar de mala forma a la película es la musicalización, va para todos lados y hacia ninguna parte, es decir, se debió de cuidar cada una de las melodías que fueron usadas en el filme pero desafortunadamente no fue así, mientras que alguna escena escuchamos "Sympathy for the devil" con Mick Jagger en otra, aparece un tema totalmente opuesto. 

Y no, no es raro que se relacione a la iglesia católica con los abusos infantiles, millones de personas lo sabemos y otros no son capaz de verlo pero en definitiva, no se puedo tapar a Dios con un dedo.