No les quiero arruinar la trama de "WIT: Despertar a la vida", pero al final, la protagonista se muere, y no me juzguen, Paloma Woolrich, al iniciar la puesta en escena así lo expresa, de una manera tan singular, con un tono estremecedor que hace que nos pongamos en sus zapatos, que seamos sus cómplices en este difícil camino.
En términos teatrales no es lo más importante si fallece o no, pero lo que sí es, es todo lo que conlleva, desde el descubrimiento de la enfermedad hasta el último segundo que "respira" en el escenario, pasando por recuerdos de la niñez con su padre y sus momentos como docente.
La obra dirigida por Diego del Río narra el proceso emocional de Vivian Bearing, una destacada catedrática especializada en poesía inglesa metafísica del siglo XVII, quien a través de su lucha contra el cáncer de ovario en su etapa más peligrosa, (re)descubre su vida al enfrentarse a la muerte.
No tengo palabras exactas para definir la actuación de Paloma Woolrich, es magistral, exacta, no se mide, se arriesga en cada una de sus escenas, su nivel está por arriba de los demás, su sensibilidad y humor tan acido hacen que tenga ese wit (ingenio, chispa) a lo largo de su dramatización.
Paloma es una gran actriz y en este papel está más que confirmado, no me imagino a otra persona en la piel de Bearing, Woolrich se consolida pasando de una niña curiosa, mujer fuerte y profesora rígida a una persona que ya no puede con su cuerpo, que desea seguir respirando pero éste ya no le responde.
No puedo dejar de mencionar a Fernando Becerril que pone voz y cuerpo al Doctor Kesnel; pero sobre todo a Concepción Márquez, quien posee con Woolrich una de las escenas más simbólicas, sensibles y entrañables (cuando la vean me darán toda la razón) de la puesta en escena que inició a finales de abril en el Teatro Milán.
Cabe mencionar que el espectáculo está salpicado de literatura y filosofía metafísica de los poemas de John Donne, con un humor negro e ingenioso, ambientado con un diseño exacto de escenografía e iluminación.
Me conmocionó, hubo algunos diálogos, palabras y situaciones que hicieron que se me cerrara la garganta, inclusive tengo que aceptar que hasta en el momento de los aplausos salieron un par de lágrimas más y la "piel chinita" volvió a hacer de las suyas, hay tanta magia y compromiso de parte de los actores que se ve, se percibe, de principio a fin.
En definitiva, WIT no intenta hablar de un proceso médico en el que descubramos las distintas etapas de una enfermedad sino de cómo hay una paulatina destrucción física y moral de una mujer que sufre el dolor intenso causado por la metástasis.
Y ahora puedo decir no que es momento de morir sino momento para decidir cómo quiero vivir. ¡Gracias WIT!, ¡Gracias Paloma! ¡Gracias Diego!