Una serie que no ha muerto (ni lo hará)


A diez años de haberse transmitido el último capítulo de "Six Feet Under", o como muchos lo conocieron “A dos metros bajo tierra”, volví a ver la serie completa  (por cuarta ocasión) y no saben el gusto que me dio rectificar mi pasión por ella, observarla desde otro punto de vista, disfrutar de toda la historia y darme cuenta que en efecto, es una de mis emisiones favoritas de esta vida y seguro de la otra también y aunque el hilo conductor sea la muerte, está más viva que nunca.

Para quienes desconozcan la trama les diré, a grandes rasgos, que aborda la vida de una familia, desde el fallecimiento del patriarca, la cual trae consecuencias a los demás miembros: Ruth (Frances Conroy), una mujer que poco a poco va a empezar a darse cuenta de que también tiene derecho a vivir su propia existencia; Nate (Peter Krause), el hijo mayor, el más libre pero quizá el más "perdido" de sus hermanos; David (Michael C. Hall), homosexual  reprimido que irá descubriéndose a sí mismo; y Claire (Lauren Ambrose), la rebelde con causa pasará con una serie de eventos hasta saber qué quiere hacer con su vida.


Pero, ¿por qué es importante esta serie creada, escrita y producida por Alan Ball?, por varias razones, entre ellas, porque muestra una historia muy apegada a la realidad, sin clichés, que aunque se hubiera grabado hace más de una década posee temas actuales, tópicos que sentimos, nos mueven y que nos hacen reflexionar no sólo de los decesos sino de la vida misma.


Su estructura narrativa es singular y ha sido su sello distintivo, al inicio de cada episodio presenciamos una muerte que posee nombre y apellido, veremos las formas más diversas de fallecer: vejez, enfermedad, accidentes, asesinatos; desde una anciana entubada en la cama de un hospital, hasta una estrella porno que se electrocutó en una tina, pasando por la muerte súbita de un bebé de seis días o un joven asesinado por ser homosexual.


Todos los personajes principales tiene sus lados obscuros, imperfecciones, sus aristas, sus errores, sus aciertos, son contradictorios pero de esto aprenden, no existen malos ni buenos, simplemente seres humanos, retratados de la mejor manera para hacerlos perfectos a nuestros ojos.


La soledad es un personaje más, la observamos, la sentimos, nos duele, nos apapacha, se desarrolla con cada uno de los protagonistas desde el primer capítulo hasta el último día; vive en aquella casa funeraria de Los Ángeles que se va reconstruyendo gracias a las (in)decisiones de cada uno de los integrantes de la serie. 


Tengo que mencionar de una manera muy especial a David y Keith, quienes forman una pareja singular, con sus pros y contras, que ayudan a que la trama tome buen rumbo, sus historias tanto por separado como juntos intrigan, interesan, encantan; mi parte favorita era cada vez que ellos aparecían en pantalla. Lo cuadrado de uno en ocasiones no embonaba con su novio pero era lo de menos, su interacción era dispar pero al mismo tiempo, muy especial. Una historia de amor, nada fuera de lo ordinario pero que ellos lo hicieron extraordinario.


Por otra parte, hay dos personajes que yo odié y no entiendo la razón de su existencia en este programa, me disgusta que hayan aparecido en escena, las actitudes y su forma de establecerse con los Fisher fue algo que no entendí muy bien, y aclaro, no hablo de las actuaciones sino de los seres ficticios: Lisa y Nicolai, me costaron muchísimo trabajo, pudiera ser que yo estaba tan involucrado a la familia que sentía que contaminaban la narrativa.


Se aborda la muerte de una manera natural y bajo diferentes percepciones con un sentido del humor muy negro, el cual nos deja ver la relación de vivos y muertos, y no sólo hablo de las personas que han fallecido sino las que aún con vida, no poseen energía, alegría, ganas de seguir.


Existen algunas relaciones interpersonales que no se arreglan nunca, otras que desaparecen, unas cuantas que siguen teniendo problemas y esto no es malo o trágico, es simplemente real. 

El final de "Six Feet Under", después de 6 temporadas, es directo, desgarrador, es una verdadera gloria, uno de los mejores que visto en mi vida, emocional, con el cual mis ojos hicieron de las suyas, volver a vivirlo movió más mi corazón.

Ese corazón que a lo largo de cinco años observó cómo cada uno de los personajes encontró su lugar en el mundo, tratando de encontrar su "yo verdadero", de su propia felicidad; y es el mismo que me dice: disfruta tu vida porque algún día ya no estará(s).



"- ¿Por qué la gente tiene que morir?
- Para hacer importante la vida"