¿Me gustó?, para serles franco no sé a bien si me agradó o no mi experiencia con Luis Gerardo Méndez, fue extraño salir de aquel sitio de la Colonia Juárez y no tener una respuesta clara a dicha pregunta y hoy apenas me están "cayendo los veintes" de que fue lo qué sucedió en esas cuatro paredes, y no, no piensen mal (o en este caso, bien), habló de lo que observé en "Hotel Good Luck", la nueva puesta en escena del actor mexicano.
Es la primera vez que compro unos boletos de teatro sin saber de qué va la obra, absolutamente desconocía el tema, lo único que sabía era que la iba a protagonizar el artista de "Club de Cuervos", dirigir Alejandro Ricaño y que iba a estar en el Teatro Milán, ¿así o más perfecto?, estos fueron los tres elementos importantes para que yo a ciegas adquiriera mi pase para disfrutarla en una de sus primeras funciones.
Y después de esperar varias semanas, llegó el día para disfrutar la historia de un locutor, Boby, quien sólo posee cuatro oyentes de su programa de radio; es proveniente de un pequeño pueblo a las orillas del mar, y debe de revivir una y otra vez la pérdida de sus seres queridos en medio de dos mundos paralelos, entre los cuales podrá viajar de forma simultánea a través de un portal, digamos, nocturno.
Este espacio afecta constantemente su vida y cada vez que regresa, fallecen sus padres, su novia y su perro. Y en efecto, el miedo a la muerte, está en la mayoría de los trazos, de las palabras que se emiten, de las intenciones que proyecta el actor para que perdamos esa aberración y disfrutemos mientras, lo que tenemos en frente: la vida.
A escasos minutos de haber comenzado la obra, observamos cómo el protagonista en este monólogo asistido, narra la muerte de sus cuatro abuelos de una manera tan singular y cómica, tienen que ver las imágenes mostradas, pero esto es sólo el inicio de una aventura que no es fácil de llevar y tampoco entender pero no por eso, no es importante.
A partir de este momento aparecen datos de esta historia que te cimbra de alguna manera y que a lo largo de una hora te va dejando huella acerca de lo que somos, en qué estamos "perdiendo" el tiempo y qué es lo realmente sobresaliente en este camino.
La música al igual que la iluminación son muy poderosas, por un lado las composiciones de Pablo Chemor quien además está en pleno escenario actuando del mejor amigo del protagonista, realiza un hermoso trabajo con notas que se mezclan con los sentimientos y ayudan a crear una atmósfera única; mientras que las luces "actúan" a la perfección en cada uno de los momentos de la puesta en escena.
Y después de esperar varias semanas, llegó el día para disfrutar la historia de un locutor, Boby, quien sólo posee cuatro oyentes de su programa de radio; es proveniente de un pequeño pueblo a las orillas del mar, y debe de revivir una y otra vez la pérdida de sus seres queridos en medio de dos mundos paralelos, entre los cuales podrá viajar de forma simultánea a través de un portal, digamos, nocturno.
Este espacio afecta constantemente su vida y cada vez que regresa, fallecen sus padres, su novia y su perro. Y en efecto, el miedo a la muerte, está en la mayoría de los trazos, de las palabras que se emiten, de las intenciones que proyecta el actor para que perdamos esa aberración y disfrutemos mientras, lo que tenemos en frente: la vida.
A escasos minutos de haber comenzado la obra, observamos cómo el protagonista en este monólogo asistido, narra la muerte de sus cuatro abuelos de una manera tan singular y cómica, tienen que ver las imágenes mostradas, pero esto es sólo el inicio de una aventura que no es fácil de llevar y tampoco entender pero no por eso, no es importante.
A partir de este momento aparecen datos de esta historia que te cimbra de alguna manera y que a lo largo de una hora te va dejando huella acerca de lo que somos, en qué estamos "perdiendo" el tiempo y qué es lo realmente sobresaliente en este camino.
La música al igual que la iluminación son muy poderosas, por un lado las composiciones de Pablo Chemor quien además está en pleno escenario actuando del mejor amigo del protagonista, realiza un hermoso trabajo con notas que se mezclan con los sentimientos y ayudan a crear una atmósfera única; mientras que las luces "actúan" a la perfección en cada uno de los momentos de la puesta en escena.
Para ser honestos, la primera obra que conocí algo de Ricaño fue la de "Más pequeños que el Guggenheim" y me costó mucho trabajo disfrutarla y ahora puedo expresar que hasta llegué a cabecear; pero después apareció "El amor de las luciérnagas" la cual quedé maravillado, la puedo ver otras mil veces más,y ha sido una de las mejores puestas en escenas que he visto en mi vida, conmovedora, sensible; y en este ocasión, tuve que dejar pasar las horas y hasta los días para descubrir lo que había dejado esta puesta en escena en mí.
Tal vez mis expectativas eran otras, tal vez no era mi momento para ver la obra, tal vez la tengo que volver a ver para (re)confirmar mi opinión, tal vez me movió tanto que ahora estoy en otro universo odiando/amando la obra.