Durante mi niñez disfrutaba "Full House" (o también llamada "Tres por tres", “Padres forzosos” o “Un hogar casi perfecto”, según el país en que la hayas visto) casi no me lo perdía, podría decir que era una de mis series favoritas (que yo me acuerde) junto a “Saved by the bell” y “Boy meets world” y desde que me enteré que realizarían una secuela, “Fuller House”, para ser francos, me puse muy feliz y esperé hasta el 28 de febrero para disfrutar del estreno de su primera temporada ¡gracias Netflix!
Recordemos que esta emisión narraba la historia de Danny Tanner (Bob Saget) quien tras quedar viudo, tenía que hacerse cargo, con ayuda de su cuñado Jesse (John Stamos) y su amigo Joey (Dave Coulier), de sus tres hijas: DJ (Candace Cameron B.), Stephanie (Jodie Sweetin) y la pequeña Michelle (Mary-Kate/Ashley Olsen).
Ahora, de alguna manera, la historia se repite, lo que podemos ver en el programa es la vida de la hermana mayor, quien ahora es veterinaria, se queda viuda con tres hijos a cargo (Jackson, Max y Tommy), los cuales con ayuda de su hermana y su mejor amiga Kimmy (Andrea Barber) criarán en la casa de San Francisco, que ya todos conocemos.
El primer capítulo lo goce enormemente hicieron referencia a las viejas épocas, a su vida como era antes; poco a poco empiezan a aparecer todos los personajes excepto Michelle, a quien justifican que está trabajando en el mundo de la moda y al mismo tiempo, la referencia a las gemelas Olsen es inevitable.
Los minutos nostálgicos transcurren de la mejor manera hasta que nos enteramos que los “adultos” se mudarán del hogar.
Así es, los tíos y el padre se mudan pero eso no significa que ya no los veremos a cuadro, sus participaciones a lo largo de esta temporada es recurrente, aunque sí, en la mayoría de las ocasiones, opacada, sobre todo, por el elenco nuevo, los niños.
Estos son lo máximo, en especial el personaje de Max(Elias Harger), es muy simpático, posee un gran ángel, sus diálogos son los mejores y desde el episodio estreno logra atraparte por sus comentarios y actitudes. No duden que a lo largo de las temporadas su carrera pueda despuntar.
El trío de protagonistas está genial, cada una mantiene su personalidad, ha estudiado perfectamente su personaje y lo maneja de la mejor manera pero en definitiva quien le pone la “sal y la pimienta” a la mayoría de los episodios es Barber, ella posee una vil cómica envidiable, la mayoría de sus comentarios están increíbles, aunque a mí no me gustó mucho cómo se ha desarrollado su vida amorosa con su (ex) esposo Fernando, aunque la mancuerna que posee con Ramona, su hija, es genial.
Creo que lo importante de “Fuller House” es que tienen su público y saben a quien pueden llegar va conquistar, con esa simpleza, con ese dinamismo que ha mantenido después de 20 años después, la nostalgia ha ayudado para que en ocasiones recordemos cómo lo hacían antes, por ejemplo, dividiendo la pantalla para disfrutar a Los Tanner cantando una canción.
El tono de la emisión de Netflix es muy ligero, sumamente disfrutable pero siempre con la bandera familiar, no hay duda que esta serie tendrá una segunda parte porque para ser francos 13 episodios fueron muy pocos.