De superhéroes a héroes del teatro

Foro Shakespeare
Como algunos de ustedes saben, yo no soy muy fan de los superhéroes excepto Hulk y el Capitán América y eso porque en el cine lo interpretan Mark Ruffalo y Chris Evans, si no me valdrían igual que todos los demás; pero no estoy aquí para hablar de ellos sino de héroes y de teatro; así es, sabemos que hoy en día tener un buen texto en las manos y llevarlo al escenario es una osadía y eso lo aplaudo tanto como lo hice en cuanto terminé de ver “No se elige ser un héroe”.

Y aunque desde la primera temporada moría de ganas de asistir al Foro Shakespeare para disfrutarla pero, por cuestiones del destino y rebeldía del tiempo, no fue hasta este año que lo logré y la espera valió mucha la pena porque goce desde la primera fila de una historia nada fácil de contar porque si las relaciones humanas per se no son nada sencillas, imagínense las familiares, menos aún.

Y estoy de acuerdo, éstas deberían ser más claras, naturales porque finalmente son las personas con las que creciste, maduraste, tropezaste, pero por esto mismo tienen todas las herramientas para pisotearte o brindarte una mano, y esto lo saben muy bien los cinco hermanos de esta singular familia escrita por David Desola.

Tras la muerte de su padre, el quinteto se reúne en la terraza de la casa de la playa que los vio nacer, con el fin de decidir si vender o no una imagen de su progenitor salvando a una niña de morir ahogada, a una reconocida empresa multinacional de bebidas gaseosas, léase Coca Cola; pero con este reencuentro, los enredos y mentiras saldrán a flote para que ellos firmen o no el contrato millonario.

Pero no es tan fácil, la playa de Veracruz es testigo de la bomba que está a explotar, ¿las razones? la muerte de un padre, la comunicación que tuvo éste con cada uno de ellos, las ambiciones, los secretos que emergen cada minuto desde que inicia la obra, la ideología; pero todo  esto es lo de menos, lo importante es cómo se van moviendo las piezas del rompecabezas lleno de resentimiento, envidia, hipocresía e indiferencia.

Cada uno de los personajes van caminando de la mano con sus deseos más profundos, pero también de aquello que creen que es lo correcto sin importar qué precio pueden pagar, de enfrentarse uno a uno, y si es necesario también  formar alianzas en medio de gritos, envidias y burlas y muchas veces, sin saberlo, van por la vida destruyendo otras.

La premisa pudiera sonar a un drama cortavenas que hará llorar hasta las mismas piedras pero no, su humor tan negro hará que te rías porque te familiarizaste con alguna contexto, recordaste algo que te sucedió o simplemente por la sencillez de las situaciones. Ésta es sin duda una de las mayores virtudes del enorme trabajo del director y adaptador, Fernando Bonilla.

Sergio Bonilla construyó a consciencia a Ramón, la ideología de éste y se percibe cómo lo trabajo y no sólo a su personaje; por su parte, Mariannela Cataño la he visto en un par de ocasiones y vuelve a sorprenderme gratamente, es un placer disfrutarla en el escenario; y en cuanto a Eugenia Arriola, es la primera vez que la veo y al inicio de “No se elige ser un héroe” no pensé que pudiera revolucionar su interpretación como lo realizó, un gran trabajo.

Sin duda alguna, Itari Marta brilla en el escenario, su personaje (Luz, lo alterna con Verónica Merchant) lo amas desde el inicio, ¡me encantó!, quizá ella es la eje de la historia por su sentido del humor, por sus caras, por sus palabras; pero no puedo decir lo mismo de Rodolfo Arias, en contraste con sus compañeros, su actuación no me convenció del todo, lo sentí en otro ritmo, no creí su diálogo, hasta los nervios le veía a escasos metros de distancia.

Otro detalle que no me gustó, pero pudiera entender de alguna manera, fue ese ciclorama que está ahí desde que se entra a la sala, que se remite al pasado a un época de decadencia tal y como lo están viviendo los integrantes de esta familia; y al mismo tiempo, creo, denota la "felicidad familiar" típica de la publicidad del ya famoso refresco.