La locura de una familia disfuncional

Actualmente es muy raro encontrar una "familia tradicionalmente funcional", sí, aquellas que veíamos en televisión o en alguna fotografía del siglo pasado; actualmente no sé a ciencia cierta si ese término siga vigente porque la sociedad ha evolucionado y con ésta toda clases de familias, aquellas que se dicen la verdad por más cruel que esta sea, otras que mienten para convivir y algunas cuantas que se quedan calladas ante una doble moral y esto es una parte de lo que refleja Sebastián Sánchez Amunátegui en "El Loco y La Camisa”.

Casi dos años y decenas de funciones han transcurrido desde que se estrenó la puesta en escena hasta que por fin tuve la fortuna de disfrutar de una comedia muy divertida, de un texto completamente interesante lleno de crítica acerca de las mentiras y el clasicismo; y todas las recomendaciones que me habían hecho fueron totalmente justas y hasta se quedaron cortos ante la obra de teatro del Foro Shakespeare.

La verdad que se esconde detrás de la locura, la disfunción familiar y las mentiras que mantienen unido a un matrimonio son algunos de los temas centrales que el dramaturgo argentino Nelson Valente aborda durante una cena familiar en la cual Maripi, la hija de José y Matilde, les va a presentar a Mariano (Manuel Balbi), su novio, pero a partir de la presencia de Beto, su hermano menor, quien padece un indefinido trastorno mental, todas las piezas se empiezan a mover para crear un verdadero “caos” dejando al descubierto la hipocresía en la que a nuestra sociedad le gusta vivir.

Que si bien he visto varias puestas en escena que abordan de alguna manera las relaciones filiales desde "Sólo quiero hacerte feliz" hasta “No se elige ser un héroe”, pasando por “Sonámbulos”, la obra nacida en Argentina narra la situación de una familia que quiere casar a su hija para mejorar su vida y su posición económica, ella hará lo imposible por aparentar que están a la altura del status de su pareja provocando situaciones que te llevan desde la comedia hasta el drama.

Me pongo de pie ante la interpretación de Ignacio Riva Palacio como "Beto" qué profesionalismo ante un escenario, que si bien realiza un gran trabajo en "El Rey León" no es nada comparado con su desarrollo en esta puesta, que él mismo produce, cada unos de sus movimientos, palabras y acciones que han sido muy estudiadas, se necesita de mucha dedicación para interpretar ese “loco” cuya cualidad es decir la verdad, esa verdad  muy filosa que incomoda a más de uno.

Tengo que ser honesto, el trabajo de Sonia Couch me quedó a deber, no me convenció del todo su ritmo, la sentí muy exagerada, de repente hay movimientos incongruentes con lo que esta diciendo, su desenvolvimiento no me agradó del todo; que si bien es cierto, disfruté enormemente la primera conversación que tiene con su hermano Betito, es extraordinaria, aquí se deja al descubierto sus intereses y el “amor” que se tienen.

Pero en cambio, Mercedes Olea y Marcos García, interpretan a una pareja cuyo cansancio entre ellos mismos es el lenguaje que usan de una manera común, mantienen un relación que sobrevive de las mentiras, aquí el típico macho que hace de menos a su pareja;  cuando uno miente descaradamente la otra pretende creerle, un cuadro muy cínic. 

Una producción independiente que si bien no se gastaron mucho en escenografía (y es lo menos importante), sí lo hicieron para hacer reír a carcajadas, hacerte pensar en medio de una situación muy perturbadora, y en una de las últimas escenas, sacar un poco de coraje (al menos así me sucedió), esa que te congela para no pararte del asiento para detener a alguien en el escenario, aunque estés a escasos metros de distancia.

Sé que es muy complicado mantener cualquier obra teatral sobre todo si no hay un gran apoyo de difusión pero lo que me gustó también de "El Loco y La Camisa" es que si la sala se sigue llenando como a la función a la que asistí, el boca a boca seguirá y esperemos que después de que termine esta temporada, regrese para una más para deshacernos de ese desfile de apariencias que no nos llevan a ninguna parte.


“El mundo está lleno de cosas lindas pero no interesantes”