El sueño imposible no existe...

Y no dejo de tararear esta canción después de haber visto "El Hombre de la Mancha" porque la letra es maravillosa, y la interpretación de Benny Ibarra no tiene defecto, es esencia pura, sensibilidad extrema, las fibras que mueve gracias al "Sueño imposible" no son sólo una y los vellos de mi cuerpo se lo agradecieron. Créanme que con ese número musical ya valió la pena el precio del boleto.

Y lo confieso, el motivo principal por la que fui a ver esta obra es el famoso hijo de Julissa porque honestamente la historia del Don Quijote no me atraía mucho pero ¡oh!, me callaron la boca y silenciosamente, o mejor dicho, con acordes musicales y buenas interpretaciones me mostraron que estaba muy equivocado y no lo niego, al contrario me dio gusto no haberme perdido esta obra dirigida por Mauricio García Lozano.

La puesta en escena que ha tenido gran aceptación en el Teatro de los Insurgentes narra cuando el propio Miguel de Cervantes es encerrado en una prisión, mientras aguarda una audiencia con la inquisición española, al llegar y para evitar que sus compañeros de celda le arrebaten un preciado manuscrito que lleva consigo, el escritor sugiere representar una función teatral sobre la figura de Don Quijote, en la que él y el resto de sus ahora compañeros interpretan los diferentes personajes. 

De esta manera observamos como de un baúl aparecen una peluca y el vestuario suficiente, para transformarse en el personaje que miles de personas conocemos, claro, saliendo a buscar aventuras junto a su fiel escudero Sancho Panza.

Recordemos que esta obra se presentó en México por primera vez en el Teatro Manolo Fábregas hace casi 50 años con Claudio Brook como Don Quijote, Mati Mistral como Aldonza y Óscar Pulido como Sancho Panza; y hubo otra versión más reciente (2001) que no pude ver en la cual participaban Roberto Blandón, Susana Zavaleta y Carlos Cobos.

Y en esta ocasión, el reparto debía de estar al nivel de unos de los recintos teatrales más importantes de México, y no fallaron ya que Benny Ibarra brilla en el escenario desde que aparece y emite sus primeros parlamentos, interpretando a un soñador, libre, justo y fiel a sus propios pensamientos y sentimientos, como lo es el intérpretes. Y no, no le estoy "echando flores" solamente porque es uno de los productores y cantautores latinoamericanos más talentosos sino porque es cierto, así de fácil. Su expresión no verbal, su corporalidad, sus tonos y su energía son por los que aplaudí de pie durante varios minutos.

Y qué decir de Carlos Corona, realizando el personaje del compañero inseparable del protagonista, es excepcional, se ve que posee tablas en el escenario, se agradece su vivacidad, su voz es potencia pura pero su picardía y talento se demuestra en cada una de las escenas donde él aparece.

En cuanto a Guadalupe Lancho quien es la encargada de hacer suspirar al ingenioso hidalgo en el personaje de Aldonza, mejor conocida como Dulcinea, en ocasiones me quedó a deber, no porque su personaje no lo llenara sino por su dicción o la música de fondo hacían que en ocasiones no le entendía lo que expresaba. Pero eso sí, agradecí verla con ella y no con la actriz anterior.

La escenografía de Jorge Ballina es lo primero que te impacta al ingresar al recinto teatral, es magnífica, y con la iluminación exacta crea una atmósfera de calabozo, un ambiente en el que pueden  convergen el autor y su famoso personaje. Ya sea cabalgando a Rocinante o peleando con unos gigantes que no son más que aspas de los molinos de viento las cuales representan la injusticia y la incomprensión que deben ser aniquiladas.

La música es increíble, con intérpretes en vivo le dan otra dimensión a cada uno de los números que se ven a la largo de más de dos horas que dura esta puesta en escena.

Y en efecto, creo que como los ideales del hombre justo y libre: "Con fé lo imposible soñar y la estrella alcanzar"...