¡Mátenme aquí, por favor!

Esto es lo que mis neuronas emitieron justo después de haber transcurrido los primeros  minutos de la obra "Eutanasia de Amor" en el Teatro NH, ¿por qué?, por muchas razones, iniciando por el trama cuya premisa narra la vida de un hombre un tanto enfermo que secuestra a su ex con el objetivo de cobrar venganza por una traición, pero con la profunda esperanza de hacerlo regresar con él.

La historia podría sonar muy desgarradora, emotiva, lastimosa, un tanto intrigante pero aquí sucede todo lo contrario, la narrativa llena de flashbacks nos intenta mostrar la psicología de ambos y su relación pero  se desarrollo es tan básico que se pierde en algún momento, es tan superficial que no logra tener una historia coherente, si con decirles que todo lo proyectado se puede resolver en 10 minutos, créanme, es demasiado predecible el final.

Respecto a la pareja protagónica (Ernesto Peart y Danno Jain) no les creí absolutamente nada, su interpretación no me llenó, había destellos interesantes pero en general no existe una realidad para que tú te metas a su historia y seas testigo de ella; sé perfectamente que estar arriba del escenario no ha de ser cosa fácil, y mil respetos por ello pero debo de ser muy sincero y no me convencieron del todo.

Al personaje del maestro de ceremonias, Pastor Oviedo, se lo pudieron haber ahorrado, y ojo, no digo que el intérprete no sea talentoso, seguro lo es y no lo menciono por lo guapo; pero creo que sale sobrando, no tiene una gran razón de ser, lo pusieron para romper la cuarta pared y esto es una arma de doble filo, hay personas que odian ser la "rata de laboratorio", así que hay que tener mucho cuidado con esta participación ya que podría incomodar a más de uno.

Hay detalles que se les fueron en cuestión de producción, se prendía la luz cuando no tenía que hacerlo; de repente empieza a sonar una canción y a los microsegundos la quitan para poner otra; las personas que mueven los elementos escenográficos entre penumbras distraen al espectador mientras Chantal Frías realizaba su trabajo, ya sea cantando o emitiendo "líneas intensas", que en lo personal considero que estas últimas estaban fuera de tono. 

Que si hay desnudos, sí los hay; que son forzados, definitivo; y no, no soy mocho para que me espante el cuerpo humano, al contrario, siempre se agradecerá pero aquí, está de más y creo que lo usaron para vender y no precisamente para envolver a la historia, seamos francos, eso genera más boletos en taquilla y no está mal, si lo que quieres hacer un show lleno de "carne" pero lo que sí es erróneo es no ser congruentes con tu historia, texto, montaje.

Sí lo tengo que decir, ustedes saben que he visto varias obras en mi haber, de todo tipo, sé que el autor Rubén Egeo lleva cinco años picando piedra pero el teatro no se hace de buenas intenciones, deja tú una buena iluminación, adecuada escenografía, gran sonido, al menos, debes de tener un buen texto y buenos intérpretes, y créanme que en este caso  los elementos no se mezclaron hábilmente para tener un producto 100% disfrutable. 

Hay público para todo y seguro habrá algunos a quienes consideran esta puesta en escena la quinta maravilla y por eso aplaudió a mil por hora y muy respetable; pero yo no, me quedé con un sabor amargo en la boca, no sabía cómo reaccionar al levantarme de mi asiento.