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Ésta obra nos relata la historia de dos extraños, un poblano y un árabe, quienes se encuentran en el metro de la Gran Manzana, existe un juego de miradas, se atraen, se acercan, se dicen muchas cosas a través del pensamiento, se toman de la mano al bajarse del transporte y aquí deciden que algo sucederá pero hay un pequeño problema, ¿dije pequeño?, yo diría que uno enorme, ya que sólo cuentan con escasas doce horas, pues el mexicano regresa ese día a su país, por lo que deciden pasar el tiempo juntos e iniciar una historia de amor aunque sea por unos minutos...o hasta que se encuentren otra vez.
Yo esperaba mucho de esta obra, no había tenido la oportunidad de verla en su primera temporada en La Capilla y ahora que se desarrolla en uno de mis teatros favoritos, La Teatrería, tuve que hacerlo y, o mis expectativas eran muy altas o simplemente me quedó un poco a deber, básicamente por el guión.
Se agradece que las puestas en escena se realicen con el corazón en la manos pero hay algo en el texto que lo sentí con baches, hay pequeños momentos que decía, ¿y esto para qué?; quería más información de sus vidas, de su historia, más contenido, una mejor estructura en el relato, más emoción pero no sucedió, se queda cumpliendo con la historia, sin aportar algún extra; pero lo peor de todo fue cuando llegó el final me dije: ¿es en serio?, ¿en esto termina?
Y por obvias razones no daré ningún spóiler y entiendo que en ocasiones las cosas acaban cuando tienen que hacerlo, o no inician cuando no se está preparado para hacerlo; pero aquí, había un hilo imaginario que se entretejía entre los corazones de ellos y el mío, lo confieso, para que al final ¡Pum! exista un discurso, y no me refiero a las últimas líneas de los protagonistas sino a cómo el autor Rodolfo Cantú finaliza esta historia de amor.
Pero ojo, lo que tengo que remarcar en este sentido son las actuaciones de
Eso sí, hay varias situaciones que hacen que te mueras de risa, de principio a casi hasta el final, hay momentos, sobre todo en el aeropuerto que en verdad son gloriosos y muy plausibles.
Como escenografía tienen dos sillas que fungen de asientos en el metro, una banca en el parque y hasta de cafetería; además de una mampara en la cual se ven proyectados un videoarte que los acompaña durante toda la obra, no me molestó del todo porque están curiosos los elementos visuales pero creo que aportaría más tener un espacio vacío, llenarían más las palabras y las acciones sino estuviera estas imágenes que sí, ambientan el momento pero llega a estorbar.
Si me preguntan si la recomiendo o no, diría que sí, no importa el número de veces en que hayas amado o te hayan roto el corazón, mucho menos las ocasiones que dejaste pasar al “amor de tu vida”, los incontables momentos que mencionaste “qué hubiera pasado si…” y ni decir de los fracasos que hayas tenido, siempre habrá un amor a primera vista y un ejemplo de ello es sin duda, “I love NY”.
"Me das mucha paz"