Horacio Villalobos ama a Luis Gerardo Méndez

Yo lo amo, es muy probable que tú lo hagas también y al parecer Horacio Villalobos lo hace en secreto y no lo digo de dientes para fuera, lo menciono porque además del programa "Dispara Margot, Dispara", en su nueva puesta en escena "Un Acto de Dios", no deja de hablar de Luis Gerardo Méndez, al menos lo realiza en dos ocasiones, y eso sólo indica que o tiene una gran admiración por él, es su ser platónico o por todo lo bueno que ha hecho a lo largo de su carrera, aunque el comunicador lo niegue. 

Y hablando de negaciones, yo no puedo decir que el espectáculo recién estrenado en el Teatro Xola y producida por el conductor de Farándula 40 no es buena, sí lo es, tiene buena factura, es en general, disfrutable pero tiene algunos detalles en su haber que hacen que la puesta en escena no sea perfecta, como seguramente el actor imagina que es.

El montaje, cuya dirección corre a cargo de Pilar Boliver, sucede cuando Dios baja a la Tierra a través del cuerpo del comunicador para dictar los nuevos 10 mandamientos, porque los actuales ya están demasiado obsoletos; y la premisa suena interesante, intrigante, un tanto emocionante, y en efecto, es un gran texto, hay coherencia y es importante lo que el autor nos quiere transmitir. 

Pero el gran problema son los chistes que adornan cada uno de los mandamientos, en su mayoría suenan repetitivos, son líneas que el mexicano ha expresado hasta el cansancio en sus emisiones y esto puede llegar a cansar al público. Tengo que confesar que yo no me reí tanto como me lo imaginaba, porque ya sabía el remate y no me causaban ninguna gracia.

A lo largo de casi dos horas, Dios u Horacio Villalobos aborda temas deportivos, de farándula, religiosos, políticos­, históricos, entre otros más dolorosos e "inquietantes", que la mayoría de los mexicanos conoce y se ríe de ello.

Pero en este espectáculo, Dios no está solo sino que está acompañado por el Arcángel Gabriel (Aldo Gallardo) y por el Arcángel Miguel (Juan Ugarte) quienes apoyan al ser máximo para tener interacción con el público permitiendo romper la llamada la cuarta pared y aquí es donde brilla más Ugarte, se la vive por todo el recinto, volando, corriendo y eso es muy disfrutable. Es un gran acierto de la obra.

Lo que yo no vi para nada bien fue el momento del comercial de los "souvenirs" de la obra, a la mitad de ésta se anuncian con bombo y platillo, las tazas, las playeras, los encendedores, etc, esos elementos que ya observamos al ingresar al teatro. Por lo que se me hizo de muy mal gusto este acto tan barato, entiendo que es un negocio y que quieren meterse más dinero que lo recaudado en taquilla pero hay maneras más sencillas de hacerlo, tal vez al final de show.

La escenografía es una maravilla, en toda la expresión de la palabra, es minuciosa, compleja, te lleva a un lugar mágico, es poderosa; si al llegar al teatro te impacta, al transcurrir los minutos lo hace mucho más; gracias a la iluminación crea varias atmósferas y eso permite ambientar lo que se está relatando.

Los minutos finales de la obra que originalmente se estrenó hace dos años en Broadway, son cautivadores, emotivos y el número musical es muy disfrutable; dejando a un lado la voz de Villalobos, lo que se dice y cómo se menciona es lo realmente importante. ¡Te va a encantar!