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Desde que entras a la sala del Teatro Milán, ves en el escenario tres mamparas que llevan escritas "Los Hijos También Lloran", un título que te remite, a la ficción que protagonizaba Verónica Castro; escuchas música ochentera, algunas canciones que suenan, las empiezas a tararear y mientras lees el programa de mano de la obra, aquella época te viene a la mente, cómo era la moda, los bailes, la forma de conducir en los programas de variedades, cómo las telenovelas marcaron pauta en la vida de miles de personas, los efectos especiales de las películas, en fin, ciertos detalles nostálgicos que te harán regresar unas décadas atrás.
"Tercera llamada" son las dos primeras palabras que emite el autor, productor y actor de esta obra, Andrés Zuno, quien nos invita a viajar con él, a revivir su historia, a recordar aquellos años llenos de tocadiscos, revistas como el Teleguía, discos de vinil, casettes, flecos enormes, grandes televisores, juegos de mesa, patines y sobre todo de un osito cariñosito azul, aquel juguete que un padre le compró a regañadientes, al protagonista de escasos cinco años de edad.
Ese infante que ahora es un actor, nos platica a manera de monólogo acerca de la versión que le dieron tras la muerte de su padre y la relación tan especial que tuvo con su madre; lo hace a través de la ficción, como si fuera una película o mejor dicho, una telenovela. Y eso es lo importante de esta historia, cómo está contada y la manera en que está ambientada.
1985 no fue un año fácil para miles de mexicanos, especialmente para quienes sufrieron el terremoto; y para el protagonista de esta historia, mucho menos lo fue, su papá falleció, su madre tenía una fuerte depresión y él en medio de esta vorágine de sucesos naturales, lograba olvidar y disfrutar de la vida gracias a canciones como "No crezcas más" y "Solo en mi cuarto", o su programa de televisión.
Ese programa, creado por él, conducido por él, cantado y bailado por él, y lo digo de esta manera porque finalmente, la narrativa nos lleva a descubrir los sueños de un pequeño que quería ser artista (y lo era), sólo basta ver algunos videos que se emitieron para darte cuenta la semillita que había ahí, la emotividad con la que realizaba sus interpretaciones, antes que miles de personas lo conocieran.
Y es aquí donde "la piel chinita" me invadió gracias a Zuno, qué gran pedazo de artista, su manera de abordar parte de su historia no ha de ser fácil, su desenvolvimiento escénico, para pasar de un momento a otro y sobre todo, de una edad a otra. En verdad, mil respetos. A él lo ubicaba perfecto en "Mentiras" y gracias a su disco como solista, pero aquí, se ve que tiene un verdadero amor por lo que realiza. ¡Él es un gran show!
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Respecto a Ludwika Paleta, su madre en la obra, considero que no pudo haber otra actriz que la haya interpretado mejor, sus parlamentos azucarados con la dosis telenovelera, los movimientos, sus caras emotivas o de suspenso, la forma de caminar, la manera de interactuar con su hijo, es única.
Me quedé impresionado con Montserrat Marañón, posee varios personajes y cada uno bien trabajados y diferentes uno del otro, la verdad es una maravilla, cada vez que aparecía me emocionaba por lo que iba a hacer o decir; por su parte, se que ya les he escrito mucho de Pablo Perroni pero nunca está de más reconocer el trabajo puesto en el escenario y aquí lo es, en cuestión de microsegundos, logra adueñarse de varios papeles y cada uno lo realiza con exactitud, lleno de verdad y eso, siempre se agradecerá. Gran trabajo.
El padre de esta historia es Hamlet Ramírez, vaya que sí lo conozco, especialmente por ser parte de una de mis obras favoritas y aquí, confirmo que su labor es minuciosa, poderosa, libertino, que sabe llevar en un camino de riesgos.
Pero ni piensen que es un drama en su totalidad, hay momentos que podrás derramar la de "Remi" pero no hace falta que traigan todo su paquete de pañuelos desechables porque la historia es llevada a la comedia, sí tiene tintes dramatizados, como en aquellos programas de televisión, pero aquí habrá más risa que lágrimas. Se los garantizo.
Y agradezco que sea así porque por la premisa podría desviarse muy fácil al lado lacrimógeno pero le dan toques de ritmo, videos, luces, comicidad que ayudan para que la narrativa sea entrañable.
Y agradezco que sea así porque por la premisa podría desviarse muy fácil al lado lacrimógeno pero le dan toques de ritmo, videos, luces, comicidad que ayudan para que la narrativa sea entrañable.
"Puedo reconocerme en los dos"