Es un lujo hacer 'pipí'

Es uno de los diálogos que se emite a escasos minutos de haber empezado "Urinetown", y pudiera sonar un poco raro, algo chistoso o un tanto utópico, pero es real, tan real que nos estamos acabando los recursos naturales; tan real como el abuso de poder; tan real como es el amor a la justicia; tan real como la responsabilidad que posee cada quien con sus propias convicciones; tan real que la ficción se queda corta comparado con lo que vivimos día a día; tan real como es el teatro, ese espacio que te brinda historias para emocionarte, reflexionar, reaccionar. Y sin duda, la obra creada por Mark Hollmann y Greg Kotis, es una de ellas. 

Y es que se agradece enormemente cuando existen producciones que buscan algo más que la típica historia de amor, aparecer con desnudos provocativos en el cartel o cantar canciones de Mecano en un montaje; para nada es el caso aquí, como ellos mismos lo dicen, tal vez no es un "musical feliz" pero lo que sí es, es un show que te dejará una gran sonrisa, gracias a la música dirigida por Dano Coutiño, las letras de las canciones, el mensaje, la coreografía, las intenciones, a pesar ser un historia desoladora, tan desesperanzadora.

La historia nada rosa nos sitúa en un pueblo azotado por una sequía de dos décadas, que ha obligado a restringir el uso del agua, tan extremo es, que se tiene que pagar por usar baños públicos y quien no tiene dinero, no puede entrar, así de fácil, de forma que si se lo encuentran orinando en la calle, lo arrestan y se lo llevan a un sitio desconocido, del que nadie ha regresado. 

El libreto parodia, desde el inicio, al género propio del musical, construidos con mucho humor y comentarios llenos de sátira  pero no todo queda ahí, aquí están representados personas tan reales como políticos, burócratas, empresarios, personas de bajos recursos, personas con sueños, personas que luchan con su corazón, como tú o como yo. 

Bajo la dirección minuciosa, clara y exacta de Miguel Septién, las acciones cobran vida de una manera exponencial, la sincronía que hay en sus talentos, el poder de reunir a las piezas adecuadas, las transiciones no se hacen pesadas, son ágiles y eso, al menos yo, les agradezco.

La narrativa es guiada por el oficial Lockstock (Eduardo Siqueiros) quien nos va dando detalles a lo largo de la obra para conocer un poco de la situación de los personajes, de los problemas que posee, de las situaciones que enfrentan, y al mismo tiempo crear un vínculo emocionante con el espectador.

No le pongo ningún "pero" a los actores, están de maravilla, sólo hay uno que me brincó, no le creí absolutamente nada, no le entendí "su verdad", fue el actor que interpretó al senador Fipp pero los demás, tienen su papel bien desarrollado, creado, plasmado; desde la pequeña Sally (Liliana Rojas) quien se roba la ternura y brilla por sus enormes comentarios hechos con el corazón, hasta la grandeza y personalidad de Bobby (Memo Sánchez), pasando por la enorme voz de Hope Cladwell (Irlanda Jiménez), la audacia y carácter de Pennywhise (Andrea Biestro) e imposición dominante de Caldwell (Adrián Pola).

Aún existe varios intérpretes que poseen una ardua tarea en esta agitada historia, que están dejando su alma en este gran teatro pero el que tengo que mencionar es a César Ramos, cada gota de sudor, cada movimiento, cada baile, lo disfruté.



Y hablando de bailes, alrededor de dos horas, existen varios números musicales pero tengo que hacer una mención especial para uno que es ingenioso, maravilloso, catártico, especial: "Corre, esperanza", un gran desarrollo, además, fue el más aplaudido durante su estreno en el Teatro Milán. Así que, ya están advertidos.

El vestuario me encantó, al inicio de "Urinetown", cada personaje aparece para observarlos, (re)conocerlos y es en este momento cuando te das cuenta de la gran creatividad que tuvieron al plasmarlos, los hacen únicos, estoperoles, corcholatas, cierres, en fin, cada uno tiene ciertas peculiaridades.

La única observación que yo le daría es el microfoneo, esa parte falló en algunos momentos  de la puesta en escena pero estoy seguro que para las funciones subsecuentes, cuando vayas a verla, ya estará arreglado.

Y estoy más que seguro que no te perderías por nada un montaje de este nivel, que no le pide nada a ningún otro, o tal vez sí, ese tiempo para que reafirme su público y lo cautive poco a poco, durante varias temporadas más. Yo no les diría vayan a verla, les gritaría: "¡Corran a verla!".

"Los sueños están hechos para destrozarlos"