Éstas palabras fueron lo que se escucharon, después del aplauso general hacia el arduo trabajo de Javier Cruz, Ismael Corona, Feliciano Mares y Héctor Maldonado y agradecimiento de uno de ellos; de una persona que estaba sentada entre el público e inmediatamente abandonó el Espacio Urgente 2 del Foro Shakespeare de una manera, digamos, sorpresiva.
Y de alguna manera, podría entender, que no le gustó o que para él no son unos verdaderos intérpretes, es muy válido, pero la forma fue lo que nos dejó a decenas de personas sorprendidas ante una puesta en escena que es indudable, que existan diversas reacciones de parte de la gente que observa a cuatro seres humanos contar su propia y cruda historia en "La Espera".
Inmediatamente después, Katenka Ángeles, Asistente de Producción, tomó la palabra para explicarnos lo qué es y realiza la Compañía de Teatro Penitenciario y es que para algunos, el rechazo nacería inmediatamente al oír que son seres que salieron del reclusorio, pero si lo ves como un programa completo de reinserción social, entiendes un poquito más de qué se trata y cuál es su finalidad.
Y no es fácil quitarte todos los estigmas, las mentes prejuiciosas que (casi) todos tenemos y yo no les aplaudí por lo que ellos hicieron para terminar en Santa Martha Acatitla, yo lo hice porque no es fácil estar frente a decenas de personas y revivir su parte de su vida, contarla con varios detalles y enfrentar cada uno de esos ojos que los observa de una manera fría, singular y llena de interrogantes.
Tengo que confesar que cuando los cuatro aparecieron en escena para hacer bailar su trompo, se me puso la "piel chinita" y me duró unos segundos más de lo acostumbrado, tal vez por la premisa que estás en un cuarto reducido frente a un homicida, ladrón de carros, violador y un asaltante a mano armada, pero también fue porque no sabía qué iba a suceder, qué tanta información me iban a dar, qué huella me iba a dejar.
En silencio llegan para escenificar las formas en que cada uno fueron apresados, sus descripciones son netamente crudas, detalladas, de cómo se cometieron atroces crímenes tanto por sus propias manos como contra ellos, palabras que te mueven, te asustan, te inquietan, te exorcizan.
Cada relato es un monólogo que se adhiere a los otros para formar el discurso escénico donde ellos descubren sus almas y revelan sus secretos, y con ayuda de elementos bien utilizados, crean una atmósfera, aún más real.
¿Pueden estos hombres después de ser sobajados como individuos resarcirse? Es complicado realizar este tipo de preguntas pero forzoso, yo no soy nadie para juzgar lo que hicieron y las repercusiones que tuvieron para terceras personas pero sobre todo para ellos mismos; lo que sí es verdad es que se aprecia a quien se le da un mayor desenvolvimiento escénico. Aunque en este caso es lo menos importante cada uno cuenta su historia con orgullo, con la frente en alto y lo que esto conlleva.
Sus condenas fueron entre 5 y 20 años de prisión, al igual que las torturas, violaciones y violencia que recibieron y ojo, no los santifico, simplemente hay que observar todo lo que hay en el vaso, desde el origen, y no sólo hay que tomarse el agua.
En silencio llegan para escenificar las formas en que cada uno fueron apresados, sus descripciones son netamente crudas, detalladas, de cómo se cometieron atroces crímenes tanto por sus propias manos como contra ellos, palabras que te mueven, te asustan, te inquietan, te exorcizan.
Cada relato es un monólogo que se adhiere a los otros para formar el discurso escénico donde ellos descubren sus almas y revelan sus secretos, y con ayuda de elementos bien utilizados, crean una atmósfera, aún más real.
¿Pueden estos hombres después de ser sobajados como individuos resarcirse? Es complicado realizar este tipo de preguntas pero forzoso, yo no soy nadie para juzgar lo que hicieron y las repercusiones que tuvieron para terceras personas pero sobre todo para ellos mismos; lo que sí es verdad es que se aprecia a quien se le da un mayor desenvolvimiento escénico. Aunque en este caso es lo menos importante cada uno cuenta su historia con orgullo, con la frente en alto y lo que esto conlleva.
Sus condenas fueron entre 5 y 20 años de prisión, al igual que las torturas, violaciones y violencia que recibieron y ojo, no los santifico, simplemente hay que observar todo lo que hay en el vaso, desde el origen, y no sólo hay que tomarse el agua.
La dirección de Conchi León en "La Espera" es precisa, genial, directa, me gustaron los trazos, la forma de abordar cada una de sus narraciones ante una historia tan desgarradora y cruda pero también, esperanzadora.
Hay un detalle que me disgustó y considero que está de más recrearlo "fielmente", y créanme que no soy "mocho", a esta edad ya nada me sorprende, pero sucede que en algún momento de la obra empiezan a fumar marihuana y no me espanto pero ese peculiar olor me da dolor de cabeza y como tengo una olfato muy sensible, no importó que estuviera hasta arriba de las gradas y que las ventana estuviera abierta, la hierba verde hizo efecto.
Hay un detalle que me disgustó y considero que está de más recrearlo "fielmente", y créanme que no soy "mocho", a esta edad ya nada me sorprende, pero sucede que en algún momento de la obra empiezan a fumar marihuana y no me espanto pero ese peculiar olor me da dolor de cabeza y como tengo una olfato muy sensible, no importó que estuviera hasta arriba de las gradas y que las ventana estuviera abierta, la hierba verde hizo efecto.
Sin duda, no es una obra para todo público, porque tocan fibras que, o hemos sido víctimas en carne propia o algún ser querido lo ha sufrido pero que en sus letras posee un gran halo de verdad esa verdad que el teatro necesita.
“Si algo he aprendido, es esperar…”