Vendo mi corazón

Así es, vendo mi corazón en plena cicatrización de algunos golpes; con parches diminutos que se mantendrán para siempre; con unos cuantos orificios llenos de experiencia; con manchas del líquido vital y de lágrimas; con dolores intermitentes que lo hacen palpitar; eso sí, con demasiada música pop en su ser, con decenas de películas y series que me han hecho vibrar o que he detestado; además de una lista larga de obras de teatro que me han encantado, me han movido o han pasado sin pena ni gloria como "Se compran corazones o escaleras viejas que venda".

Perdón por ser tan directo pero la puesta en escena que se desarrolla en el Teatro López Tarso, no me agradó, de hecho, lo que me encantó es el título y como se veía la escenografía llena de escaleras al entrar a la sala del Centro Cultural San Ángel, y al finalizar, posee unas grandes texturas y un brillo que me hicieron aplaudirle al escenógrafo pero, desafortunadamente, nada más.

La historia de Noah Haidle, plantea un mundo donde existe una tienda de escaleras, administrada por dos hermanos, pero este negocio es en realidad una tapadera para el tráfico del órgano fundamental, que necesitan aquellas personas que no están satisfechas consigo mismas, que desean vivir con otros "zapatos" o explorar su infelicidad.

Aunque la premisa suena por demás interesante y que te podría llevar por un descubrimiento insospechado, se queda en el intento de explotar, de desarrollarse como me hubiera encantado, de indagar más allá de lo observado. 

Ninguna actuación gloriosa, quién podría sobresalir es la de Ruy Senderos en su papel de Jeff y hay destellos muy interesantes de Pepe Lambarri  y Vince Miranda interpretando a George y al poeta, respectivamente, pero hasta ahí, ni Héctor Kotsifakis, Jorge Aranda, Fabiola Campomanes y mucho menos Plutarco Haza dejan una gran huella en el escenario.

Las viñetas que se realizan a lo largo de casi dos horas se llegan a perderse, entre cada una ha movimientos de escenografía y eso causa fastidio y se percibe como si a los intérpretes les costara mucho trabajo cambiarlas, visualmente podría dar un ambiente interesante pero la substancia, el texto, lo plano que se emite, no ayuda en nada.

Cabe mencionar que en la función que yo observé, hubo algunos detalles de microfoneo iniciando la función y otros pequeños aspectos que no deberían de dar risa pero lo hacen, como los lentes obscuros del personaje de Haza ya que en tres ocasiones los tiró, sin querer, en el escenario.

En fin, desafortunadamente no tuve una sonrisa de oreja a oreja, ni la piel chinita, ni los ojos inundados de agua de sal, y mucho menos un corazón contento, al contrario, se quedó decepcionado y por eso lo he querido vender...



"Para eso está el corazón...para romperse"