A dos meses de haberse estrenado en los cines, apenas tuve la oportunidad de verla, ¿por qué no lo había hecho?, a ciencia cierta no lo sé, desde que se empezó a hablar de "Yo soy Simón" (Love, Simon), tenía ese "gusanito" pero ya sea porque el teatro me atrapa en casi en todas las ocasiones que tengo libres o por tiempos, hasta hoy tuve la oportunidad de observarla y al salir de la sala cinematográfica, me quedé con una gran sonrisa y satisfacción.
Basada en el bestseller de Becky Albertalli y adaptada por Isaac Aptaker y Elizabeth Berger, la cinta cuenta la historia de Simón Spier (Nick Robinson), un estudiante de preparatoria que aparentemente lo tiene todo, desde un divertido y sólido grupo de amigos, padres comprensivos y un gran futuro por delante. Pero detrás de esta aparente vida perfecta, él se siente como un extraño en su propia vida por un secreto que guarda: es gay y no sabe cómo salir del clóset.
En pleno Siglo XXI, esto pudiera ser más sencillo, con toda la apertura que existe, con el avance que la misma sociedad ha tenido, con la aceptación que ahora nos inunda, pero para la mente de un chavo de 17 años no lo es, este detalle no lo deja dormir, lo quiere gritar pero desafortunadamente no puede y eso lo frustra de alguna manera hasta que sucede un incidente que lo hacen "abrirse".
En pleno Siglo XXI, esto pudiera ser más sencillo, con toda la apertura que existe, con el avance que la misma sociedad ha tenido, con la aceptación que ahora nos inunda, pero para la mente de un chavo de 17 años no lo es, este detalle no lo deja dormir, lo quiere gritar pero desafortunadamente no puede y eso lo frustra de alguna manera hasta que sucede un incidente que lo hacen "abrirse".
Finalmente nadie, por ningún motivo, tiene el derecho de expulsarte del armario, tú sabes cuándo, dónde y con quién será el mejor momento, por lo que si alguien te orilla a realizarlo de una manera que tú no deseas, no tiene perdón; y esto, de alguna manera es lo que le sucede al protagonista del filme.
Esta película es muy rosa si comparamos con lo que les sucede a los chavos en la actualidad, lleno de violencia, maltratos, rumores digitales, que si bien es mucho más fácil ser "tú mismo" en pleno 2018, el mundo del adolescente posee fibras muy sensibles.
Lo importante del largometraje protagonizado por Nick Robinson es que se entiende la "problemática" y tiene a su alrededor una serie de elementos de apoyo y amor que hace que el proceso de su autoceptación sea más digerible.
Lo importante del largometraje protagonizado por Nick Robinson es que se entiende la "problemática" y tiene a su alrededor una serie de elementos de apoyo y amor que hace que el proceso de su autoceptación sea más digerible.
Las actuaciones, desde los padres de Simón hasta los amigos, pasando por quienes lo "miran" o por quien se topa; están claras, precisas, y te llenan de momentos mágicos. Cada uno es un grano de arena para que "I love Simon" brille en cada toma, en cada escena, en cada parlamento.
Esto es una clara respuesta que cuando se quiere llevar a cabo una propuesta audiovisual bien hecha se puede hacer, sin escándalos, sin efectos especiales, sin lenguaje vulgar, sin violencia, simplemente una película ad hoc a lo que hoy se necesita: mucho amor.
Creanme, yo salí del cine con una satisfacción enorme, al saber que aunque no parezca el mundo es otro y a las nuevas generaciones LGBT, les trae otro tipo de compromisos, otras muestras de humanidad, otra mezcla de amor, otros ojos para sentirse orgullosos de quien son y puedan decir "Yo (también) soy Simón".