Temas como "La vida es un carnaval", "Mambo no. 5" y "El tiburón", te reciben en la Sala B de La Teatrería para ambientar lo que podría ser una fiesta, para algunos el mejor acontecimiento de su vida, léase una boda, pero este hecho que a la mayoría emociona de singular manera, que muchos ansían con todo el corazón, especialmente las mujeres, no lo es para Regina.
Ella no lo ha tenido nada fácil desde que su mejor amiga le dijo que iba a contraer matrimonio, pero sobre todo, cuando le pidió que fuera su madrina; sus días no han sido nada gloriosos, especialmente cuando la descubrimos en el escenario estaba en un pequeño vestidor peleándose con un atuendo amarillo adornado de flores y mariposas, no sin antes haber pasado toda la mañana dedicándose a revisar los más cursis recuerditos, algunas pruebas de vino, pastel y para rematar, maquillaje.
Todo este personaje creado por Saúl Campos y dirigido por César Enríquez, es interpretado por Crisanta Gómez, quien deja a un lado la música ochentera mexicana para envolvernos de temas como "All by myself" o "All the singles ladies", hasta comer desenfrenadamente una muestra de pastel de bodas y bailar de una manera muy peculiar "la quebradita".
La actriz es muy simpática, tiene una gran potencial, entrega mucho, para quien la conozca y ha tenido la oportunidad de verla sabrá lo que le digo, es natural, se ve que ha estudiado su personaje pero hay una pequeña cuestión con algunas de sus chistes, que parecería que fueron metidos con calzador, como los de Daniela Luján o Eiza González, o ya han sido muy manoseados o ya no nos acordamos de ellos, y eso pierde gracia y ritmo en su unipersonal.
La escenografía de "La Avestruz" es muy simple pero eso quizá es lo menos importante porque lo que más me brincaron fueron ciertos detalles, que a mi gusto los hubieran omitido y tendría más lucidez la actriz, ya que se mueve por todas partes, minuto a minuto. Y hablo de aspectos como por ejemplo, la "zona de revistas" o las franjas moradasde jardín de niños, creo que no ayudan en lo absoluto, aunque la cortina y el columpio son un gran acierto.
Lo que sí agradecí fue la forma de romper la cuarta pared, la manera de interactuar con el público, no fue imponente ni invasiva, al contrario, es respetuosa; pero lo que no fue de esta manera, fue un empaque de "no sé qué" que se abrió en la cabina de sonido y se escuchó hasta la segunda fila del teatro, mientras Gómez entregaba su alma en el escenario, yo oía ese "ruidito", también .
Los últimos minutos, están desdibujados, hay pequeñas intenciones de mandar un mensaje medio optimista pero todo se queda ahí, no sentí de una manera orgánica lo que lleva contando hasta momentos antes del final; si a lo largo de decenas de minutos reímos y carcajeamos con una mezcla entre farsa y cabaret, el "desenlace" no me terminó de atrapar.
Sin duda alguna, "La Avestruz" es una comedia divertida, posee momentos muy ingeniosos, música en vivo, frases que te hacen abrir más los ojos, que sí, en efecto, necesita algunos ajustes de tiempos, detallitos, pero si quieres divertirte un rato, en viernes, créeme que no es mala opción.
Todo este personaje creado por Saúl Campos y dirigido por César Enríquez, es interpretado por Crisanta Gómez, quien deja a un lado la música ochentera mexicana para envolvernos de temas como "All by myself" o "All the singles ladies", hasta comer desenfrenadamente una muestra de pastel de bodas y bailar de una manera muy peculiar "la quebradita".
La actriz es muy simpática, tiene una gran potencial, entrega mucho, para quien la conozca y ha tenido la oportunidad de verla sabrá lo que le digo, es natural, se ve que ha estudiado su personaje pero hay una pequeña cuestión con algunas de sus chistes, que parecería que fueron metidos con calzador, como los de Daniela Luján o Eiza González, o ya han sido muy manoseados o ya no nos acordamos de ellos, y eso pierde gracia y ritmo en su unipersonal.
La escenografía de "La Avestruz" es muy simple pero eso quizá es lo menos importante porque lo que más me brincaron fueron ciertos detalles, que a mi gusto los hubieran omitido y tendría más lucidez la actriz, ya que se mueve por todas partes, minuto a minuto. Y hablo de aspectos como por ejemplo, la "zona de revistas" o las franjas moradas
Lo que sí agradecí fue la forma de romper la cuarta pared, la manera de interactuar con el público, no fue imponente ni invasiva, al contrario, es respetuosa; pero lo que no fue de esta manera, fue un empaque de "no sé qué" que se abrió en la cabina de sonido y se escuchó hasta la segunda fila del teatro, mientras Gómez entregaba su alma en el escenario, yo oía ese "ruidito", también .
Los últimos minutos, están desdibujados, hay pequeñas intenciones de mandar un mensaje medio optimista pero todo se queda ahí, no sentí de una manera orgánica lo que lleva contando hasta momentos antes del final; si a lo largo de decenas de minutos reímos y carcajeamos con una mezcla entre farsa y cabaret, el "desenlace" no me terminó de atrapar.
Sin duda alguna, "La Avestruz" es una comedia divertida, posee momentos muy ingeniosos, música en vivo, frases que te hacen abrir más los ojos, que sí, en efecto, necesita algunos ajustes de tiempos, detallitos, pero si quieres divertirte un rato, en viernes, créeme que no es mala opción.
"Yo no necesito de nadie para ser feliz"