Cuando te enfrentas a una montaña rusa no sabes dónde va a parar, qué vuelta es la que te va a gustar más, qué caída te arrancará más aliento, que viento te dejará impávido, qué movimiento es el que te hará llorar o qué jalón será el más fuerte; y es que Nassim es así, y yo lo viví desde la comodidad de mi butaca, ahora, imagínense a la actriz que lo exploró arriba del escenario.
Sí, así como lo escuchan quien sube a él, no sabe qué sucederá, no tiene ni idea qué es lo que habrá en la caja de cartón que contiene rotulado su nombre en esta ocasión: Mónica Huarte, qué emoción contendrá esas palabras escritas en él o cómo será la interacción que tendrá con Soleimanpour, el autor iraní de esta singular obra.
Y es que si tomamos en cuenta esta premisa, cada función será única e irrepetible, explorando la libertad que da el lenguaje, rompiendo las fronteras que el humano por décadas ha construído, o de la dificultad de hablar en un idioma mientras se siente en otro.
¿Les tengo que decir a estas alturas que una de las actrices que más admiro y respeto es a Mónica? Y es que cada vez que realiza una presentación (en especial) teatral, trato de estar y más en este tipo de experimentos porque es tan sincera, tan natural, con una alma de niña, tan pícara que disfrutas su presencia y talento.
En definitiva, este texto comparado con Conejo Rojo, Conejo Blanco posee más aristas, provoca más sentimientos y pregúntenselo a Huarte quien desde segundos de haber iniciado la función tenía pétalos de varios colores en su garganta, deseando florecer y lo hicieron a través de su voz entrecortada y sus ojos llorosos.
Si en todas las obras teatrales, por respeto, se te pide que no emitas ningún spoiler, en esta, está más que prohibido porque pierdes la sorpresa, pierdes la esencia del texto, perderías todas las emociones que las palabras, el autor y la actriz, en conjunto, hacen que experimentes.
Cuando sales del Teatro Silvia Pinal, sales extrañando, sales añorando, sales inspirado, sales conociendo, al menos una palabra extranjera más en tu vocabulario, sales con un huracán de sensaciones, queriendo compartirlo con alguien más.
Y ya no te voy a pedir que vayas a verla porque hay oportunidades que se dan sólo una vez en la vida, y como la temporada es muy corta, quien la vio, la vio; y el que no, "lástima, del gran show que se perdió".
"Imbécil... Yo casi no digo groserías".