'¡Qué chingadera de cumpleaños!'

Y no, no hablo de mi más reciente onomástico, para quienes me conocen bien saben lo que sucedió, para los que no, sólo diré que no fue el mejor, ocurrieron ciertos detalles que me desestabilizaron, que me movieron el piso, aunque claro, no me sucedió lo que a Irina, la protagonista de "Villa Dolorosa: Tres Cumpleaños Frustrados", quien a lo largo de tres años durante su festejo algo pasa y este termina siendo un "cumpleaños de puta mierda".

En casi todas las celebraciones de esto tipo debería de haber globos, pastel, regalos, abrazos, buenas vibras, seres queridos que no precisamente son los familiares... pero qué sucede cuando estos son los que arruinan tu reunión de cada año en repetidas ocasiones, ¿tendrías que seguir alegremente, irte a dormir,  tomar hasta olvidar o simplemente, suicidarte?

Esto es lo que de alguna manera observamos en la puesta en escena que se desarrolla en La Teatrería, dirigida por Silvia Ortega, quien nos presenta la relación que poseen Irina, Masha, Olga y Andréi, un cuarteto de congénitos que viven en una mansión en ruinas heredada de sus padres y durante tres actos disfrutamos cómo la celebración del cumple de la menor se vuelve un caos, un martirio, gracias a varias situaciones.

Tal vez para la mayoría de las personas, festejar o al menos, recibir su cumpleaños es motivo de alegría pero como dicen en esta obra "La felicidad está sobrevalorada", y no es para menos, si vemos detenidamente todo lo que le sucede a esta familia, estaríamos de acuerdo con la que expresa la protagonista a mitad del relato.

Y es que, aparentar la felicidad podría ser muy fácil, presumir de lo que haces sería muy sencillo; lo complicado es asumir lo dicho encerrado entre cuatro paredes que transpiran soledad, aburrimiento, desidia y falta de interés a la vida, al amor, al futuro.

La obra se desarrolla en medio de dos pilares de libros, dos pares de sillas, una mesa, lámparas y una cortina más gris que las mismas ganas de vivir; igual de turbia que su estado de confort; un tono muy similar a la de seguir adelante; esa luz que ve cómo la casa se cae a pedazos al igual que las relaciones de quienes viven ahí, o frecuentan ese "hogar".

Ese hogar que no es nada perfecto, imagínense este cuadro familiar "nada funcional": Olga es directora de una escuela, soltera y anhela casarse con un dentista; Irina quien no sabe qué hacer de su vida, más que escuchar ópera  y leer libros; Masha es infelizmente casada quien vive enfrente de sus hermanos pero los visita diariamente; y Andréi es un  intelectual medio frustrado que se enamora de una prostituta.

Tengo que confesar algo, la interpretación de Irina (Renata Wimer), me dejó un tanto insatisfecho, en ocasiones iba creciendo poco a poco pero después aparecía un tropezón y se caía, y otra vez volvía a empezar y eso hace que no esté en la misma línea que sus compañeros, a quienes los percibí naturales, detallistas, entregados, desde Daniela Zavala (Olga), Mahalat Sánchez (Masha), José Carriedo (Andréi), hasta Sheila Flores (Jeannine) y Salvador Hurtado (George).

Pero sin duda alguna mis personajes favoritos de esta puesta en escena basada en "Las tres hermanas" de Antón Chéjov, fueron los interpretados por Carriedo y Zavala, qué grandes son en el escenario, sin duda, las aristas que tenían en su personaje las fuimos conociendo poco a poco, y al mismo tiempo riéndonos de/con ellos.

Lo que agradezco enormemente a "Villa Dolorosa: Tres Cumpleaños Frustrados" es que existen más de una decena de frases emitidas que te mueven, te atropellan y te revuelcan, para que a través de su humor más negro que la noche, te haga clic por algún lado de tu vida y reacciones para cambiarlo o  al menos, asumirlo.


 "Cualquiera tiene buen motivo para suicidarse"