Lo macabro de Parásitos

"En unos momentos más les vamos a contar algo muy importante, por favor, apaguen sus celulares", estas palabras se escucharon minutos después que Ana González Bello y Daniel Tovar pisaron el escenario e "interrumpen" el murmullo de la gente, el sonido de la cámara del celular o algunos alimentos que son ingeridos antes que se apaguen las luces y podamos adentrarnos en una historia tan penetrante como macabra.

Y digo esta palabra porque de alguna manera "Parásitos" se  relaciona con el aspecto más repulsivo y desagradable del ser humano, de la vida, de la muerte, este hecho tan natural como el deseo de estar mejor, con las ansias de hacer de todo con tal de poseer una vida llena de lujos, un carro último modelo, un trabajo poderoso, el outfit más costoso, una casa que miles envidiarían.

Así como el hogar perfecto que una misteriosa y magnética trabajadora de gobierno, Miss D, le ofrece a Julia y Oliver quienes en aras de dar a su primogénito lo mejor, aceptan una propuesta demasiado singular, participar en un programa a través del cual recibirían una casa gratuitamente, la única condición es que la acondicionen, que la hagan brillar para atraer a otros vecinos que se muden y den vida a la calle.

Y como ellos, también nosotros preguntaríamos, ¿a cambio de qué? Pues al parecer de "nada". Y ese nada, al transcurrir la historia es un todo, existe un por qué y para qué de este plan, el discurso no se ve a simple vista, pero se empieza a oler desde nuestras butacas.

Y es aquí donde la pareja felizmente casada se topa con un muro, sufre crisis emociones y tiene que tomar grandes decisiones que para algunos calificarían como cosas, quizás, extrañas, pero recuerda que todo, todo lo realizaron por su único hijo, bueno, al menos eso dicen.

La principal razón por la que asistí a ver la obra fue González Bello, he tenido la oportunidad de disfrutarla en varias ocasiones y su trabajo como Ju no es la excepción, tiene un ritmo increíble, células de comedia que hacen querer más de ella, la fortaleza que le imprime a su personaje es consistente. Es un deleite verla en el escenario.

Es la primera vez que veo a Tovar en el teatro y me agradó su trabajo, pisa tan fuerte como su trabajo, no existen titubeos acerca de lo que tiene que hacer para hacernos vibrar, sin duda alguna un gran descubrimiento; por su parte, Yuriria del Valle, a quien ya conocía, gracias al maravilloso texto de "Sólo quiero hacerte feliz", tiene participaciones gloriosas, desde que aparece, existe un miedo, ese miedo que gracias a su comunicación no verbal y gestos, sospechamos que aunque parezca una propuesta interesante, existe un halo de incertidumbre.

No puedo decir que me encantó la puesta en escena de La Teatrería pero tampoco que la odié porque posee elementos realmente increíbles pero que son desdibujados en ocasiones por varias situaciones.

Hay una escena, por ejemplo, la de la fiesta, la cual la sentí, larga, larga, larga, en pocas palabras interminable, en efecto aquí demuestran los protagonistas la capacidad para recrear varios personajes casi al mismo tiempo, de mostrarnos todo un ambiente complejo con el sólo uso de su cuerpo y un par de sillas, pero no me terminó de convencer.

Um detalle que lo sentí desbordado el rompimiento de la cuarta pared no sé si sea lo más viable, y no es de esas obras que te sientes expuesto o como rata de laboratorio, sino que me pone en duda que tan recurrente recurso sea lo mejor para el desarrollo de la historia.

El director y además traductor de esta comedia negra, Miguel Santa Rita muestra, en pocas palabras, que tan lejos puede llegar el ser humano para satisfacer su avaricia, cumplir con la sociedad consumista, incluso, a pesar de la muerte de terceras personas. 

                                                                   "No hay nada peor que una vida llena de hubieras"


PARÁSITOS
La Teatrería
Sábado 17:30 y 20:30; domingo 18:00 h.
Dirección: Miguel Santa Rita
Dramaturgia: Philip Ridley
Reparto: Ana González Bello, Daniel Tovar y Yuriria del Valle