No fue la primera vez que asisto a ver esta obra pero, para ser sinceros, sí la primera que la veo completamente desnudo, así es, mis tenis y calcetines fueron mis más fieles testigos para, a parte de ver más de una veintena de penes por todos lados, observar la obra y ver cómo la flacidez se olvida por varios instantes para que las erecciones inundaran algunas butacas de la sala, observar más cuerpos sin tela en el escenario.
Al parecer, este evento se realiza como cada mes y medio, y seamos sinceros, "Giro Negro" es lo menos importante, ni verás grandes actuaciones, ni vestuarios, ya ni hablemos de dramaturgia, mucho menos escenografía, lo principal es el morbo que genera el tema y en este tipo de función, más por la simple experiencia de sentarte sobre tu toalla sin que nada te tape y percibir sensaciones que quizá, nunca hayas tenido en un teatro.
El proceso es de lo más sencillo, llegas a El Foco, pagas por tu boleto, entras, te dan una bolsa para dejar todas tus pertenencias, te quedas completamente desnudo y te brindan un papelito para que al final de la función las puedas recoger.
Llegué con ropa cómoda, poco a poco me fui desvistiendo mientras observaba a mi alrededor varias personalidades, el típico tímido que se desviste muy lentamente que lo último que hizo fue quitarse su blanco calzón mientras se tapaba sus joyitas inundadas de vello púbico hasta el gordito caliente que ya estaba súper emocionado y sólo observaba los penes de los demás como si estuviera en un bufet; o el deshinibido que mostraba sus peculiares atributos.
¿Que si me dio miedo o pena? La verdad es que no, muy al contrario, a pesar de no tener el cuerpazo que muchos admiran, amo mi puerquecito y disfruto de andar sin ropa; me gusta andar desnudo, pero veía a muchos que sí, que se tapaban sus "partecitas pudendas", que se esperaban hasta el último segundo para poder quitarse todo, para que nadie viera lo que traen colgando, como si todos ahí no tuviéramos lo mismo, tal vez en diferentes proporciones, colores y adornos, pero al final, es lo mismo.
En un tiempo determinado te avisan para que puedas entrar, hay varios chavos semidesnudos acomodándote en la butaca y preguntándote si te dan alguna bebida, yo me senté en la segunda fila frente al escenario, y al cabo de unos minutos inicia el show, porque a lo que yo vi no se le puede llamar obra de teatro, seamos francos, existe un gran abismo entre obras de Tennessee Williams o William Shakespeare y Enrique Mijares, el autor de este texto.
Poco a poco van apareciendo varios cuerpos masculinos semidesnudos alrededor del escenario realizando varios movimientos, tocándose, provocando, bailando y a lo largo de más de una hora, pasa lo mismo casi todo el tiempo, con unos cuantos diálogos aprendidos; la "historia" es muy básica, aquí lo que se vende es el taco de ojo y la fantasía que te producen uno o varios chavos quitándose lo que traen puesto.
Todos sabemos que el morbo vende y mucho, y este espectáculo es prueba de ello, con más de 700 funciones siguen realizando esta obra y por algo ha de ser; si la has visto, me darás la razón; sino, te invito que lo hagas si lo mórbido invade tu ser.