Las obras infantiles no son mi mayor pasión pero creo que hay que verlas para poder compartir la experiencia y de alguna manera, empezar a crear nuevos públicos, esas personitas que se deben de empapar del arte, mostrándoles la magia que puede tener un escenario a través de nuevas (o viejas) historias que los hagan soñar, llorar, admirarse, aplaudir pero sobre todo, pedir que los lleven más al teatro.
Como yo medí "Cri Cri: Tiliches, Tambaches y Cachivaches"
fue con mis sobrinos, a uno le gustó, incluso preguntó por qué no había salido el grillito cantor; el otro de plano se salió y es que este público ha de ser muy especial, ya que no poseen filtros y si no hay aceptación de la historia, la música y los personajes, lo expresan, casi inmediato.
La puesta en escena que observé en el Teatro de la Ciudad, narra el viaje de un creador dentro de su propia imaginación, ya que el artista trata de concentrarse para acabar una composición, pero es constantemente interrumpido, y cuando por fin tiene una idea y la escribe en el pentagrama, un personaje se la quita y vuela con ella.
La historia a mí no me encantó, siento que posee sus baches y algunos detalles con la dirección, sobre todo en cómo fue resuelto el final de la historia; pero volteaba a ver a los niños a mi alrededor y estaban, en su mayoría, muy interesados en su relato por lo que ante esto no puedo decir nada más.
Pero de lo que si quiero exponer es del reparto, bajo la gran batuta de Enrique Chi, cada uno están en un nivel adecuado, con su gran vestuario y maquillaje, la mayoría expone su verdad, y su enorme voz a lo largo de varias canciones, y se percibe cuando están dejando el alma en el escenario, contra viento y marea.
Lo peor de todo, no fue la iluminación, fue el microfoneo, desde un inicio se percibieron errores muy notables y a lo largo de más de una hora y media, las inconsistencias en el audio estaban para llorar, no se escuchaba nada bien, y estoy hablando de un recinto enorme en el cual se debe escuchar desde la última butaca del segundo piso hasta la primera fila.
La puesta en escena que observé en el Teatro de la Ciudad, narra el viaje de un creador dentro de su propia imaginación, ya que el artista trata de concentrarse para acabar una composición, pero es constantemente interrumpido, y cuando por fin tiene una idea y la escribe en el pentagrama, un personaje se la quita y vuela con ella.
La historia a mí no me encantó, siento que posee sus baches y algunos detalles con la dirección, sobre todo en cómo fue resuelto el final de la historia; pero volteaba a ver a los niños a mi alrededor y estaban, en su mayoría, muy interesados en su relato por lo que ante esto no puedo decir nada más.
Pero de lo que si quiero exponer es del reparto, bajo la gran batuta de Enrique Chi, cada uno están en un nivel adecuado, con su gran vestuario y maquillaje, la mayoría expone su verdad, y su enorme voz a lo largo de varias canciones, y se percibe cuando están dejando el alma en el escenario, contra viento y marea.
No se necesita gran escenografía cuando la imaginación es parte del espectáculo, los recursos visuales y los videos proyectados ayudan de gran manera para que se perciba un ambiente digno de disfrutarse.
Lo peor de todo, no fue la iluminación, fue el microfoneo, desde un inicio se percibieron errores muy notables y a lo largo de más de una hora y media, las inconsistencias en el audio estaban para llorar, no se escuchaba nada bien, y estoy hablando de un recinto enorme en el cual se debe escuchar desde la última butaca del segundo piso hasta la primera fila.
Y confieso que por esta situación tan incómoda, en algún momento perdí interés, no por grosería sino porque estos errores, ya después de tener algunas funciones en su haber, es injustificable estas acciones, imagínense, en algún momento, alguien de producción apareció en escena entregándole un micrófono a una actriz.
Lo que sí tengo que aplaudir y de hecho, lo hice, fue la orquesta de los Jóvenes compositores de CIEM (Centro de Investigación y Estudios de la Música), qué gran trabajo realizaron, una obra se disfruta mucho más cuando las notas musicales aparecen de la nada y te las entregan en vivo.
En "Cri Cri: Tiliches, Tambaches y Cachivaches"podrás escuchar desde "cachitos" (sí, cachitos) de canciones poco conocidas hasta la más tradicionales del cantautor Francisco Gabilondo Soler, como “La marcha de las letras”, “Canción de brujas”, "La muñeca fea" o “El ratón vaquero”, y aunque algunas se ven muy forzadas, el medley final, vale la pena.
En "Cri Cri: Tiliches, Tambaches y Cachivaches"podrás escuchar desde "cachitos" (sí, cachitos) de canciones poco conocidas hasta la más tradicionales del cantautor Francisco Gabilondo Soler, como “La marcha de las letras”, “Canción de brujas”, "La muñeca fea" o “El ratón vaquero”, y aunque algunas se ven muy forzadas, el medley final, vale la pena.
"Esto no es música de Cri Cri"
CRI CRI: TILICHES, TAMBACHES Y CACHIVACHES
Teatro de la Ciudad
DIRECCIÓN: Andrea Gabilondo
REPARTO: Enrique Chi, Armando Moreno, Cecilia Cantú, Pisano, Irene Repeto, Jessica Luna, Domingo Rubio, Alejandro Scarpatti y Giuliana Vega
Teatro de la Ciudad
DIRECCIÓN: Andrea Gabilondo
REPARTO: Enrique Chi, Armando Moreno, Cecilia Cantú, Pisano, Irene Repeto, Jessica Luna, Domingo Rubio, Alejandro Scarpatti y Giuliana Vega