Lo que odio del teatro

Como posiblemente ustedes sabrán, en los últimos años he tenido la fortuna de descubrir una de la artes que me ha regalado cientos de momentos extraordinarios, centenares de minutos llenos de sentimientos, pero también he tenido algunas experiencias que no han sido miel sobre hojuelas, es por eso que quiero compartirles algunas cosas que no me agradan del teatro.

El momento de comprar los boletos, es un paso importante porque para ser francos,  si me puedo evitar el fuckin´ Ticketmaster, lo hago, y trato de ir a las taquillas con días, semanas o inclusive, meses de anticipación, con tal de tener un buen lugar en la sala.

La mayoría de l@s taquiller@s son serviciales y rápidas, pero hay otras que te tratan como si te estuvieran haciendo un favor, como la del "extinto" Teatro López Tarso o del Xola, el cual he ido contadas veces y en verdad es súper especial, pero ya que vas mentalizado que te van a tratar mal, respiras profundamente antes que te toque pasar y listo. 

Porque soy franco, en alguna ocasión, me tocó en otra taquilla que las personas que atendían al público, como no tenían cambio de $500, me mandaron a comprar algo a "la tiendita", y regresar, imagínense, mi queja fue notificada, obviamente.

Ahora, que si es entrada general, no me agrada que no tengas un asiento establecido, me choca cuando algún teatro tiene esa modalidad, ya que debes de llegar a la puerta del recinto, emplear tu "lucha de poder" para tener un lugar adecuado en la función, y sentarte en paz.


Y hablando de asientos de los recintos, no es lo mismo que estás en el Teatro Milán, en el Hidalgo, Helénico o "los Telmex", hay muchos con respaldos incómodos, demasiados justos que no te permiten estirarte, y cuando se habla de una función de más de dos horas, la experiencia no será grata.

Y ni decir de las personas que se adueñan de los soportabrazos, y en varias ocasiones, invaden tu espacio, no hay conciencia, una vez me tocó un señor que toda la obra se casó con el soporte y como diez minutos antes del final de la obra apartó su brazo y yo puse el mío, e intentó quitármelo con su "fuerza", aunque ustedes no lo crean.

Y otro punto es, la zona geográfica donde están ubicadas los teatros, confieso que yo alguna vez quise ir al Teatro de Interlomas o el Teatro Isabela Corona, y no gracias, lo pensé más de dos veces, y me ahorré la "experiencia", porque en definitiva estaban muy lejos.

Otro aspecto que me disgusta un poco es el de la impuntualidad, considero que si en el boleto dice 20:00 horas, entonces tiene que empezar a esa hora, incluso unos segundos después, pero me han tocado casos en que 20 minutos han sido pocos para que inicie la función; entiendo, quizá, que haya una marcha o  lloviznado pero fuera de eso, el trato debería de respetarse, ¿no creen?

Yo no estoy en contra de que vendan papitas, refrescos, cacahuates y demás en la dulcería, lo que sí me enoja son aquellas personas que comen durante toda la función, y si no hacen ruido con la boca, lo hacen con su bendita envoltura; hay unos cínicos que les importa un bledo su escándalo pero también están aquellos semi silenciosos que aún así, molestan al abrir sus chicharrones y digerirlos suavemente.

Pero el rey de todos, es sin duda, los entes que no se pueden despegar de su bendito celular, considero que esto ya debería estar regulado, porque es molesto y no importa que le bajen de brillo o lo pongan en vibrador, la lucecita y el sonidito afecta tanto a quienes estamos a su alrededor como a los intérpretes.

Me ha tocado personas insensible que contestan la llamada, y eso es inconcebible; por favor y esto si se los suplico, si es tan importante, de vida o muerte, un mensaje o llamada que van a recibir, háganse un favor y también a todo el público, quédense afuera de la sala, es muy sencillo.