Honor a quien honor merece

Siempre he dicho que hay que rendirle homenaje en vida a quien se lo ha ganado, a quien ha hecho un camino fructífero, a quien es capaz de entregar su alma en el trabajo, a quien te mueve desde el escenario y se sienta junto a ti, a quien es capaz de transmitir un rugido de emociones aún estando callado, y créanme que esto me sucedió en el Foro Lucerna del Teatro Milán, gracias a la presencia de Margarita Sanz.

Y es que tal vez sería demasiado extremista de mi parte si menciono que sólo por ver el desarrollo del personaje de la actriz vale la pena la obra "La Madriguera", pero sucede que lo hizo de manera extraordinaria, no la había visto en una obra de teatro y tiene una gran labor, es grandiosa; aún cuando no está en escena, deseas que aparezca para saber un poquito más de ella pero sobre todo porque le pone la pimienta a la historia.

Una historia con un tema demasiado complejo, que toma sus aristas desde diferentes voces, con varios ángulos que se mezclan para llevarnos a una experiencia no tan grata pero agradeces, agradeces al sentir ese vacío, esa frustración, aquella soledad o ese pequeño frasco de ilusión metido en la alacena.

La puesta en escena aborda parte de la vida de Becca (Johanna Murillo) y su esposo Javi (Nacho Tahhan), quienes enfrentan el duelo por la muerte de su hijo de cuatro años, quien fue atropellado por un adolescente (Dalí Jr. González).  Naty (Margarita Sanz) e Isa (Adriana Llabrés), madre y hermana de Becca, respectivamente, juegan una pieza importante en la dinámica de esta familia porque a raíz de un acontecimiento, los recuerdos revoletean más en la casa.

A minutos de empezar este espectáculo, cada uno de los actores de esta obra dirigida por José Sampedro, aparecen y toman su lugar como si fueran el público asistente, esa gente que va a descubrir una trágica aventura escrita por el dramaturgo David Lindsay-Abaire y que mueve demasiadas fibras, y al mismo tiempo nos da una pequeña esperanza.

Creo que aunque la dupla Johanna y Nacho es buena y poseen una buena dinámica y se muestran con una pareja que ha creado demasiados silencios; la potencia que realiza la actriz con Adriana tiene mayores matices, posee una mayor comunicación, un punto más álgido en escena.

Y ni hablar cuando le toca compartir escena con Margarita, ahí es cuando realmente las cosas cambian de lugar, se desempolvan y al final, son muebles de una rutina tiradas alrededor de la casa.

Recuerdo que a Dalí ya lo había disfrutado enormemente en "La Divina Ilusión" pero aquí, aunque tiene menos participación que todos, no me logró convencer al 100%, lo sentí tibio, en ocasiones perdido, lo que tengo que reconocer es que tiene una de las escenas más bellas del show, acompañado por Murillo.

Otra de las escenas que me dejó sin aliento, con un escalofrío muy fuerte, fue cuando los personajes de Margarita y Johanna se encuentran en la recámara del niño y empieza una dinámica muy fuerte, sobre todo en un inicio, cuando hay un silencio y éste te rompe los esquemas, confieso que mi piel se erizó. 

Para algunos, tal vez, la historia está larga y eso lo entiendo, imagínense, hay un momento que sospechaba que era el final de "La Madriguera", pero no, sucedieron unas cuantas escenas más para conocer el desenlace, el problema es que se me hizo muy pesado la conclusión, minutos antes de esta, percibí que se alargó muchísimo, para contarnos "nada"; que lo realmente importante estaban en los últimos parlamentos.

Ese despertar, ese dejar fluir, ese seguir adelante...




"La gente necesita encontrarle una explicación racional a todo"


LA MADRIGUERA
Foro Lucerna
Martes 20.30 horas
$450
DRAMATURGIA: David Lindsay-Abaire 
ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: José Sampedro 
REPARTO: Johanna Murillo, Nacho Tahhan, Margarita Sanz, Adriana Llabrés y Dalí Jr. González.