Y no, no es que sea una oferta del mes, sino que tuve la oportunidad de ver dos estrenos del director mexicano, "El Enemigo del Pueblo" y "La Ceguera no es un Trampolín", en el Centro Cultural del Bosque y en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, respectivamente, y además, fue una experiencia, digamos, interesante, ya que era la primera vez que asistía a algún espectáculo dirigido por el responsable de "Edipo: Nadie es Ateo".
Y es que David Gaitán, por lo que viví, es minucioso pero también es intenso, intenso de luz, intenso de emociones, intenso de ideas, esas ideas que te escupen en la cara, que te hacen abrir más los ojos, ya sean por lo que te dicen (o tratan de hacerlo) o por lo que estás disfrutando visualmente.
Con tres días de diferencia, gocé ambos espectáculos, pero, la verdad, el sentimiento y la fuerza que acompañaban mi aplauso fueron muy diferentes, ya que mientras el show que se desarrolla en el Julio Castillo emití un sonido intenso con tono de agradecimiento sincero; el espectáculo que vi en la UNAM, me llenaba de incertidumbre latente diciendo: "No sé si me gustó lo que vi, por cierto ¿qué acaba de pasar?".
"El Enemigo del Pueblo" es una versión del texto clásico de Henrik Ibsen, en la que Luis Stockman, el doctor de una comunidad, un hombre un tanto desagradable, cínico e irónico, hace un descubrimiento complicado que lo llevará a confrontar su ética y a su hermano, gracias a la construcción de un balneario local.
Y es así que Alan Uribe, Miguel Cooper, Ana Paola Loaiza, Luis Rábago, Antonio Rojas y Amanda Schmelz recrean un mundo perfectamente delineado, una realidad que te involucra, de alguna manera, desde que llegas al recinto puesto que te dan algunas instrucciones para que tú te expreses de una manera muy lúdica a lo largo de la obra y la verdad, en un inicio es muy divertido, pero ya después te olvidas, y te metes más a profundidad de lo que está sucediendo.
Tengo que remarcar que la actuación de Luis Rábago es una gloria, te puede desesperar, lo puedes llegar a odiar, te puedes enojar con él, pero hay algo que producen sus palabras y sus acciones que al final de cuentas, lo puedes llegar a entender.
El humor ayuda de sobre manera en esta historia que te siembra la semilla ante una situación que aparentemente podría ser muy simple pero tiene efectos secundarios en las acciones que toman cada uno de los intérpretes, en sus expresiones, en sus trazos.
A su vez, "La Ceguera no es un Trampolín" es abordado por tres personajes quienes tienen pánico a tener una buena idea; así de sencillo y complejo es, porque ellos sienten una especie de angustia, ante cualquier iluminación en su mente.
Harif Ovalle, Michelle Betancourt y Raúl Villegas, vestidos de una época pasada pero al mismo tiempo con la piel llena de un futuro inmediato, son los responsables de crear a tres personajes que juegan en el escenario, que se quedan quietos, que recrean silencios, que viven en varios mundos al mismo tiempo.
Después de las primeras palabras que se escuchan ("No tengo nada que decir"), tu mente empieza a volar, no es una obra fácil de digerir, incluso los primeros minutos... y después... y casi al final, cuestan mucho trabajo; y es que tiene muchas capas, posiblemente varias interpretaciones, que aún me cuestan entender.
Y es que David Gaitán, por lo que viví, es minucioso pero también es intenso, intenso de luz, intenso de emociones, intenso de ideas, esas ideas que te escupen en la cara, que te hacen abrir más los ojos, ya sean por lo que te dicen (o tratan de hacerlo) o por lo que estás disfrutando visualmente.
Con tres días de diferencia, gocé ambos espectáculos, pero, la verdad, el sentimiento y la fuerza que acompañaban mi aplauso fueron muy diferentes, ya que mientras el show que se desarrolla en el Julio Castillo emití un sonido intenso con tono de agradecimiento sincero; el espectáculo que vi en la UNAM, me llenaba de incertidumbre latente diciendo: "No sé si me gustó lo que vi, por cierto ¿qué acaba de pasar?".
"El Enemigo del Pueblo" es una versión del texto clásico de Henrik Ibsen, en la que Luis Stockman, el doctor de una comunidad, un hombre un tanto desagradable, cínico e irónico, hace un descubrimiento complicado que lo llevará a confrontar su ética y a su hermano, gracias a la construcción de un balneario local.
Y es así que Alan Uribe, Miguel Cooper, Ana Paola Loaiza, Luis Rábago, Antonio Rojas y Amanda Schmelz recrean un mundo perfectamente delineado, una realidad que te involucra, de alguna manera, desde que llegas al recinto puesto que te dan algunas instrucciones para que tú te expreses de una manera muy lúdica a lo largo de la obra y la verdad, en un inicio es muy divertido, pero ya después te olvidas, y te metes más a profundidad de lo que está sucediendo.
Tengo que remarcar que la actuación de Luis Rábago es una gloria, te puede desesperar, lo puedes llegar a odiar, te puedes enojar con él, pero hay algo que producen sus palabras y sus acciones que al final de cuentas, lo puedes llegar a entender.
El humor ayuda de sobre manera en esta historia que te siembra la semilla ante una situación que aparentemente podría ser muy simple pero tiene efectos secundarios en las acciones que toman cada uno de los intérpretes, en sus expresiones, en sus trazos.
A su vez, "La Ceguera no es un Trampolín" es abordado por tres personajes quienes tienen pánico a tener una buena idea; así de sencillo y complejo es, porque ellos sienten una especie de angustia, ante cualquier iluminación en su mente.
Harif Ovalle, Michelle Betancourt y Raúl Villegas, vestidos de una época pasada pero al mismo tiempo con la piel llena de un futuro inmediato, son los responsables de crear a tres personajes que juegan en el escenario, que se quedan quietos, que recrean silencios, que viven en varios mundos al mismo tiempo.
Después de las primeras palabras que se escuchan ("No tengo nada que decir"), tu mente empieza a volar, no es una obra fácil de digerir, incluso los primeros minutos... y después... y casi al final, cuestan mucho trabajo; y es que tiene muchas capas, posiblemente varias interpretaciones, que aún me cuestan entender.
Las escenografías de ambas obras me gustaron, la estética que maneja Alejandro Luna en "Enemigo del Pueblo" es aparentemente muy simple, una cartografía enorme, pero tiene varias capas, las puertas te emiten muchas cosas, hay objetos que reflejan un caos, un estrés y la parte final es una gloria, mientras saboreas el monólogo del actor principal.
Por su parte, en "La Ceguera no es un Trampolín", Matías Gorlero y Félix Arroyo tiene dos ideas muy determinantes, y las dos son muy potentes, cuando pensabas que no te podían dar más que un blanco intenso, lleno de sombras, hay una posibilidad más, una creación que da un respiro profundo a la historia.
"¿De qué sirve tener la razón
sino se tiene el poder?"
sino se tiene el poder?"
ENEMIGO DEL PUEBLO
Teatro Julio Castillo / Centro Cultural del Bosque
Jueves y viernes 20:00; sábados 19:00; y domingos 18:00 horas.
$150
DRAMATURGIA: Henrik Ibsen
ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: David Gaitán
REPARTO: Alan Uribe, Miguel Cooper, Ana Paola Loaiza, Luis Rábago, Antonio Rojas y Amanda Schmelz
"El sistema es perfecto, el problema es mío"
LA CEGUERA NO ES UN TRAMPOLÍN
Teatro Juan Ruiz de Alarcón
Jueves y viernes 20:00; sábados 19:00; domingos 18:00 horas.
$150
ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: David Gaitán
REPARTO: Harif Ovalle, Michelle Betancourt y Raúl Villegas