“Los Chicos de la Banda” gira en torno a la fiesta de cumpleaños que un grupo de amigos homosexuales organiza para uno de ellos, en el departamento del personaje de Horacio Villalobos en Nueva York, y es aquí donde se enturbia cuando aparece sorpresivamente un antiguo amigo buga, quien no tiene idea de las preferencias sexuales de Michael, ni mucho menos se espera encontrar una reunión así.
Entiendo que esta historia podría ser muy significativa por la diversa temática que aborda; por la manera de relatar sin tapujos una vida gay -sobre todo- a finales de los años 60; estrenarla Off-Broadway dirigida por Robert Moore con gran éxito; que en pleno 2019 haya ganado el Premio Tony pero, honestamente, todas estas cualidades yo no las percibí, al menos, en este escenario mexicano.
Y lo que me lleva a pensar si acaso no es muy pretencioso anunciar que trajiste una puesta en escena ganadora de un premio importante, jactarse que es maravillosa y sobre todo presumirlo por todos lados. ¿Realmente sirve? Y lo menciono de esta manera porque fue de lo primero que nos enteramos de la obra dirigida por Pilar Boliver.
Y no quiero que se mal entienda, hay que aplaudir y admirar lo que se ha logrado, honor a quien honor merece, pero ha de existir una distancia abismal entre lo que se vio en el país vecino a lo que algunas personas han podido percibir en territorio mexicano.
Y en verdad, por más que quería pasármela bien, porque finalmente a eso voy al teatro, no sucedió, a minutos de haber empezado la función ya me estaba aburriendo, sentir como la manera de contar esta historia no poseía una verdad, no tenía ningún rumbo fijo o al menos, un barco creíble de abordar, y ya ni decir de un buen capitán.
Entiendo que esta historia podría ser muy significativa por la diversa temática que aborda; por la manera de relatar sin tapujos una vida gay -sobre todo- a finales de los años 60; estrenarla Off-Broadway dirigida por Robert Moore con gran éxito; que en pleno 2019 haya ganado el Premio Tony pero, honestamente, todas estas cualidades yo no las percibí, al menos, en este escenario mexicano.
Y lo que me lleva a pensar si acaso no es muy pretencioso anunciar que trajiste una puesta en escena ganadora de un premio importante, jactarse que es maravillosa y sobre todo presumirlo por todos lados. ¿Realmente sirve? Y lo menciono de esta manera porque fue de lo primero que nos enteramos de la obra dirigida por Pilar Boliver.
Y no quiero que se mal entienda, hay que aplaudir y admirar lo que se ha logrado, honor a quien honor merece, pero ha de existir una distancia abismal entre lo que se vio en el país vecino a lo que algunas personas han podido percibir en territorio mexicano.
Y en verdad, por más que quería pasármela bien, porque finalmente a eso voy al teatro, no sucedió, a minutos de haber empezado la función ya me estaba aburriendo, sentir como la manera de contar esta historia no poseía una verdad, no tenía ningún rumbo fijo o al menos, un barco creíble de abordar, y ya ni decir de un buen capitán.
Lo que me llama la atención es que siendo encabezada por Villalobos, quien se cree el experto en materia de los espectáculos y presume su nivel, ¿por qué en esta ocasión actúa de él mismo?, desde que lo ves aparecer en escena, no posee ningún reto actoral, su interpretación de "Michael" pasa sin pena ni gloria, incluso, cuando -según él- llora, no le crees absolutamente nada, a mí me causó risa llena de pena ajena.
Juan Ríos (Hank), Carlo Guerra (Vaquero), Alfonso Soto (Donald), Constantino Morán (Harold), Pedro Mira (Alan), Gutemberg Brito (Bernard), Luis Lersher (Larry) y Juan Carlos Martin del Campo (Emory) son los actores quienes complementan el reparto de la obra del Teatro Xola.
Y es una pena tener a grandes actores en el escenario como Ríos o Mira, por mencionar a algunos, y no observarlos como ellos suelen estar, de repente, los siento perdidos, sin un flujo natural para poder emitir una verdad, sin algún piso certero que los lleve a emitir una realidad. Y eso es muy incómodo.
Creo, que lo más rescatable, de alguna manera, podría ser las actuaciones de Martín del Campo o Guerra, quienes ayudan a que el ritmo de la obra no se hunda en el fango, y es que con sus acciones o remates, hacen que al menos, emitas alguna risa tímida, de vez en cuando.
Y es que a decir verdad, los chistes o algunas acciones dentro de la cocina llegan a lugares muy comunes, demasiado predecibles y ya deseas que esta tortura acabe. Ni los toques "sentimentaloides" ayudaron a que se reavivara un poco la narrativa.
La dirección, considero, está sin ritmo, un tanto simple, sin intención verdadera de contar una historia, se queda en el intento en muchas ocasiones no entiendes por qué algunos personajes se quedan sentados sin reaccionar ante algo, o hay situaciones que están de paja, no proyectan nada
Juan Ríos (Hank), Carlo Guerra (Vaquero), Alfonso Soto (Donald), Constantino Morán (Harold), Pedro Mira (Alan), Gutemberg Brito (Bernard), Luis Lersher (Larry) y Juan Carlos Martin del Campo (Emory) son los actores quienes complementan el reparto de la obra del Teatro Xola.
Y es una pena tener a grandes actores en el escenario como Ríos o Mira, por mencionar a algunos, y no observarlos como ellos suelen estar, de repente, los siento perdidos, sin un flujo natural para poder emitir una verdad, sin algún piso certero que los lleve a emitir una realidad. Y eso es muy incómodo.
Creo, que lo más rescatable, de alguna manera, podría ser las actuaciones de Martín del Campo o Guerra, quienes ayudan a que el ritmo de la obra no se hunda en el fango, y es que con sus acciones o remates, hacen que al menos, emitas alguna risa tímida, de vez en cuando.
Y es que a decir verdad, los chistes o algunas acciones dentro de la cocina llegan a lugares muy comunes, demasiado predecibles y ya deseas que esta tortura acabe. Ni los toques "sentimentaloides" ayudaron a que se reavivara un poco la narrativa.
La dirección, considero, está sin ritmo, un tanto simple, sin intención verdadera de contar una historia, se queda en el intento en muchas ocasiones no entiendes por qué algunos personajes se quedan sentados sin reaccionar ante algo, o hay situaciones que están de paja, no proyectan nada
Considero que la escenografía de Sergio Villegas es lo más entretenido, sus 23 cuadros y su decena y media de foquitos, la estructura se ve bien, es agradable visualmente, ayuda y aunque si son varias escaleras que tienen que subir y bajar, es adecuada para ambientar lo que se intenta, sólo intenta, querer decir.
"Nunca, nada, sucede por accidente"
LOS CHICOS DE LA BANDA
Teatro Xola
Viernes 20:30; sábado 18:00 y 20:30; domingo 18:00 h.
De $650 a $750
DRAMATURGIA: Mart Crowley
DIRECCIÓN: Pilar Boliver
REPARTO: Horacio Villalobos, Juan Ríos Cantú, Carlo Guerra, Alfonso Soto, Constantino Morán, Pedro Mira, Gutember Brito, Pedro Mira, Luis Lesher, Juan Carlos Martín del Campo