Tengo que decirlo, me gusta la mayoría de las cosas que ha hecho Benny Ibarra y creo que su carrera ha sido muy limpia, llevando su creatividad, talento, y dinamismo en sus conciertos, en cada una de sus creaciones musicales, en el exitoso grupo donde creció, pero también en el teatro, donde se ha sabido desarrollar muy bien y "Novecento", es una gran prueba de ello.
La narrativa que se desarrolla en el Teatro Milán es una historia muy singular porque aborda la vida del, quizá, mejor pianista del mundo, quien nunca bajó del barco que lo transportaba del Continente Americano al Europeo, todo el tiempo.
Lo interesante de este texto es que su vida, tan movida, es contada por su único amigo, un trompetista de jazz que sube al transatlántico Virginian, donde Danny Boodman T.D. Lemon Novecento, vivió todas sus aventuras, emociones e inspiraciones.
El hijo de Julissa está muy bien y no es que lleve años admirándolo, pero atrapa al espectador con sus tonos, con su voz, con sus manos, con sus gesticulaciones, su expresión corporal, para mostrarnos cómo era el famoso músico, cómo se relacionaba con la gente, cómo disfrutaba estar en el mar.
Lo que, quizá, más me gustó fue la parte final, los últimos minutos de esta historia traducida por Xavier González Rovira, son un belleza, posee una profundidad que te atrapa como una ola, para que salgas del agua y respires, deseando estar vivo.
En cuanto vi la escenografía de Ingrid SAC no me emocionó, fue un tanto simple, hasta te puedes llegar a preguntar: ¿esto para qué es?, pero cuando ves al actor interactuar con ella y observar que ayuda a contarnos la historia escrita por Alessandro Baricco, los ojos se admiran, se conmueven, piden más.
El diseño de audio del mismo Ibarra y Santiago Álvarez, está más que increíble, es casi un poema, escuchas varios detalles a lo largo de la narrativa, el mar, el viento, el agua, de repente, hasta puedes llegar a sentir que tú mismo estás arriba del barco.
Lo que sí tengo que exponer es que posiblemente la obra dirigida por Mauricio García Lozano, es para todo público, de repente observaba que contadas personas se perdieron en el camino, y hasta confieso que a mí me costó trabajo conectar con los primeros minutos de la historia, pero después agarra un mejor ritmo y te lleva a navegar en unas aguas dulces y rebeldes.
Confieso que tal vez, me hubiera fascinado poder escuchar algunas notas en vivo interpretadas por el ex Timbiriche, eso hubiera estado increíble, le hubiera plasmado un momento más nostálgico, lleno de garra.
La narrativa que se desarrolla en el Teatro Milán es una historia muy singular porque aborda la vida del, quizá, mejor pianista del mundo, quien nunca bajó del barco que lo transportaba del Continente Americano al Europeo, todo el tiempo.
Lo interesante de este texto es que su vida, tan movida, es contada por su único amigo, un trompetista de jazz que sube al transatlántico Virginian, donde Danny Boodman T.D. Lemon Novecento, vivió todas sus aventuras, emociones e inspiraciones.
El hijo de Julissa está muy bien y no es que lleve años admirándolo, pero atrapa al espectador con sus tonos, con su voz, con sus manos, con sus gesticulaciones, su expresión corporal, para mostrarnos cómo era el famoso músico, cómo se relacionaba con la gente, cómo disfrutaba estar en el mar.
Lo que, quizá, más me gustó fue la parte final, los últimos minutos de esta historia traducida por Xavier González Rovira, son un belleza, posee una profundidad que te atrapa como una ola, para que salgas del agua y respires, deseando estar vivo.
En cuanto vi la escenografía de Ingrid SAC no me emocionó, fue un tanto simple, hasta te puedes llegar a preguntar: ¿esto para qué es?, pero cuando ves al actor interactuar con ella y observar que ayuda a contarnos la historia escrita por Alessandro Baricco, los ojos se admiran, se conmueven, piden más.
El diseño de audio del mismo Ibarra y Santiago Álvarez, está más que increíble, es casi un poema, escuchas varios detalles a lo largo de la narrativa, el mar, el viento, el agua, de repente, hasta puedes llegar a sentir que tú mismo estás arriba del barco.
Lo que sí tengo que exponer es que posiblemente la obra dirigida por Mauricio García Lozano, es para todo público, de repente observaba que contadas personas se perdieron en el camino, y hasta confieso que a mí me costó trabajo conectar con los primeros minutos de la historia, pero después agarra un mejor ritmo y te lleva a navegar en unas aguas dulces y rebeldes.
Confieso que tal vez, me hubiera fascinado poder escuchar algunas notas en vivo interpretadas por el ex Timbiriche, eso hubiera estado increíble, le hubiera plasmado un momento más nostálgico, lleno de garra.
"La vida es un gran barco para mí"
NOVECENTO
Teatro Milán
Martes, miércoles y jueves 20:45 horas.
De $300 a $500
DRAMATURGIA: Alessandro Baricco
TRADUCCIÓN: Xavier González Rovira
DIRECCIÓN: Mauricio García Lozano
REPARTO:Benny Ibarra