@Lindojack |
Mañana será un gran día, después de tantas semanas de estar encerrados, de haber sacado lo mejor -y también lo peor- de nosotros mismos, todos los mexicanos saldremos por esa puerta que se cerró hace varias semanas para no permitirle el paso a ese mortal microorganismo; para respirar, para gritar, para reencontrarnos, para trabajar, para movernos, para correr y, sobre todo, para abrazar.
Será una gran temporada de apretujones, de esos largos y eternos que no se los das a cualquiera, de esos que tanto se han extrañado, de los que anhelamos noche tras noche, de esos que por días soñaste dar, por fin los podrás otorgar, sin miedos, sin vergüenza, sin ataduras, esa aproximación será la que termine por sanarnos e impulsarnos para un nuevo mundo reconstruido.
Porque saldremos cambiados, eso no hay duda, en la calle, en los restaurantes, en el parque, ni se diga en los bares, hasta en la oficina existirá un ambiente de querer estar uno frente al otro, de sentirlo, de sonreírle, de escucharlo de cerca, de hablarle, quizá, al oído, aunque también habrá quien con sus fuertes pulmones expresará el cariño que siente por estar ahí, pisando fuerte y sano.
En las esquinas, habrá reencuentros de esos amantes, de ese pequeño saludando a su maestra, de aquel adolescente tímido esperando a su fiel amigo, de aquella madre esperando a su hijo para tocarle la mano, otra vez, de aquel abuelo con ojos llorosos camina para poder aproximarse a su familiar.
Habrá abrazos de amor como de aquel que te dio tu madre por vez primera cuando viste la luz terrenal, aunque estuviera cansada por lo logrado, la energía emitida te la contagió; o como el que te regaló tu padre que, después de una larga jornada de trabajo, llegó a expresarte que extrañó tu presencia, tus risas, tus travesuras, tu inocencia.
Aunque también, habrá aquellos que se irán directamente al cielo, aquellos que por las circunstancias no pudieron ser entregados en vivo y a todo color, aquellos que no podrán ser dados de piel a piel, pero sí con el pensamiento, con ese sentimiento lleno de radiaciones multicolores, con ese recuerdo de lo vivido.
Esos que se les regalará a los amigos, casi, casi hasta dejarlos sin aire, por la alegría de tenerlos de frente, por saber más de ellos, por platicar, por verlos bien, por saber que ese cariño sobrepasó puertas, edificios, tempestades desolaciones y en especial, un virus.
Habrá otros amigos o conocidos, que sin duda, se les dará más de uno, por postergar tanto tiempo su reencuentro, por desidia, por trabajo, por distancia, pero que finalmente llegará y será sin preguntas, sin respuestas, queriendo ponerse al día, ansiosos de querer verse otra vez y prometerse que no pasará tanto tiempo para volverse a estar juntos.
Quizá habrá algunos que no tenías pensado dar, pero que los regalarás para emitir buena vibra, para compartir lo mejor de ti a la otra persona, tu poderosa presencia, tu “aquí y ahora”, tus intenciones de ser mejor que hace un par de semanas atrás.
Más que un abrazo a esa persona tan especial en tu vida, que no necesitará palabras, más que el simple contacto físico, sentir su respiración, su calor, la textura de su piel, el ruido que hace con sus manos, la fuerza que emiten sus ojos, será quizá el más significativo, el más profundo, de los más amorosos.
Ninguno de estas muestras de afecto se parecerá en lo más mínimo a aquellos “semiabrazos” que te han forzado a dar, para quedar bien, por la obligación –ridícula- social, ya sea al cumpleañero que no te cae bien o a la vecina entrometida o peor aún, alguna prima que no soportes (y ella tampoco a ti) pero por el simple hecho de estar en una convivencia familiar “lo tienes que hacer”.
Pero el más importante, es el que nos daremos a nosotros mismos antes de poner un pie en la calle, de disfrutar que la sangre circulará por las venas al ritmo del tráfico, que el aire atraviesa por nuestra cara, por escuchar a los pajaritos cantar, por sentir el calor del astro rey, por tener de frente a la vida, sin ningún monstruo verde que nos lo impida.
Mañana será un gran día tanto como lo ha sido hoy…