Un baile casi perfecto

Imagínate que tienes una invitación para el baile anual, el baile perfecto, en donde te vas arreglar como nunca, deseas ser de los más elegantes y añoras disfrutarlo al máximo, con tus grandes amigos, conviviendo con ellos, dando miles de pasos al ritmo de la música hasta la madrugada, siendo tú mismo y dejándote llevar por el momento, suena muy bien, ¿a poco no?, pero, ahora imagínate que aparezcan decenas de policías para arrestarte, simplemente por estar ahí, por no “gustarles” lo que estás haciendo o con quien lo haces. ¿Qué sentirías? ¿Qué sensación te provocaría?

Lo menciono así porque de eso se trata “El Baile de los 41”, la película protagonizada por Poncho Herrera y Emiliano Zurita, pero trasladada a la época del Porfiriato, hace 120 años, exactamente un 17 de noviembre de 1901 y cuya pequeña diferencia es que en la famosa reunión sólo aparecieron hombres gays llegando en sus carrozas, algunos vestidos de mujer, y entre ellos, Ignacio de la Torre, sí, el yerno de Porfirio Díaz, quien mantuvo una doble vida y era miembro de un grupo clandestino.  

Este hecho fue el primer evento que puso en la mesa el tema de la homosexualidad y siendo honestos, cuando yo leía de este acontecimiento, lo percibía muy lejano, hasta me atrevo a decir que me importaba poco, pero después de leer y observar en el filme lo que sucedió, de una manera muy resumida, lo sentí muy cercano, me identifiqué con algunas situaciones, me movieron varios personajes y me dejó una impotencia, porque te duele lo que vivieron 42 personas cuyo error fue ser ellos mismos en una hora, momento y época equivocada.

El largometraje de David Pablos te aplasta por toda la homofobia que se respiraba, por el dolor de fingir las apariencias, y es precisamente por esto que es importante verla, para saber cuánto hemos avanzado, como sociedad, pero también darnos cuenta que aún hay mucho que hacer, por los derechos, por la libertad, para informar, para quitar las vendas de aquellos ojos conservadores y sobre todo porque aún hay personas en el clóset, tal y como hace más de 100 años.

Ese clóset que para quienes hemos estado ahí, sabemos lo que realmente significa, lo que representa en nuestra piel y lo fuerte que es dar un paso para salir dejando los tabúes, miedos y presión social; esta presión que retrata el director de una manera muy certera, te incomoda lo que se respiraba  y te asombra la forma en que retrata aquella sociedad que señalaba a la menor provocación.

Tal vez, en cuestión de guion me faltó conocer un poco más de algunas personalidades, tratar de mostrar más contenido en la pantalla, desmenuzar más su perfil, sentirlos, que me hablaran mucho más, para tener más empatía.

Hay un punto que por más que le doy vueltas no lo entiendo del todo: los bigotes (y algunas barbas), de repente si sentí que eran postizas, que eran muchas y de repente estorbaban, entiendo perfectamente el contexto pero es un detalle que me brincó en ocasiones y sí los sentía como el "adorno de 15 de septiembre".

De los mayores logros, considero, fue la ambientación y los vestuarios, un trabajo enorme que se refleja en pantalla, desde las locaciones, los colores que se usaron hasta el diseño de cada una de las prendas que nos orientaban en la época fue magistral, muy plausible.

Uno de los detalles que me agradaron fue la manera de abordar las reuniones clandestinas porque, aunque podría parecer que sólo se juntaban para satisfacer sus "bajas pasiones", no era así, existía arte, representaciones teatrales, música, bailes, juegos, convivencia y lo más importante permitirse ser ellos mismos, aunque la mañana siguiente tuvieran que despertar con su esposa y cuidar a sus hijos.

En cuestión de actuaciones, honestamente, creo que todos están en un buen nivel, sobre todo Zurita y Herrera, me sorprendieron, de los mejores trabajos que le he visto a ambos y realizan una gran mancuerna; pero, tengo que mencionar la actuación de Mabel Cadena, su interpretación de Amada Díaz  es exacta, detallada, esa mirada, su forma de dirigirse a su esposo, de caminar, de poseer una tristeza que muere por gritar pero "no debe", es muy buena.

Y creo que lo que deberíamos reflexionar (y alzar más la voz) es que después de tantos años, es increíble ver cómo una acontecimiento tan homofóbico como "El Baile de los 41" es muy parecido a los que actualmente suceden a lo largo de nuestro país en pleno S. XXI, desafortunadamente.



 “Lo menos que puedes hacer es mantener las apariencias”
 “¿Qué van a decir de ti?”
 “La hierba mala será arrancada sin ninguna consideración”