Ésta frase de la serie de Netflix, “Worn Stories”, se me quedó muy grabada porque a pesar de que en el primer capítulo nos muestra una manera muy escueta la vida de tres nudistas, también les da voz y los siguen para conocer parte de su historia y es aquí donde te puedes dar cuenta que la única diferencia que poseen con los demás, es sólo el hecho de que ellos sí tienen la enorme ventaja de no preocuparse de lo que se van a poner o qué telas les va a combinar.
Y lo menciono de esta manera
porque, en efecto, el nudismo va más allá de los colores que portas, las
texturas que te cubren, o la marca que te compraste, es simplemente disfrutar
de la vida, o parte de esta, sin ropa, borrando los miedos, ahogando los
estereotipos, y desenredando las telarañas sociales que nos han sembrado
durante décadas y que, cabe mencionar, nos han hecho tanto daño.
¿Por qué?, por la simple razón de
la sexualización del cuerpo, de sentir que es pecado mostrar un poco más de lo
que es “permitido”, que es algo sucio presentarte tal cual eres, que es
indebido estar socializando piel a piel; cuando realmente es lo más natural del
mundo, existe la desventaja que se relacione con el sexo, y lo entiendo, porque
nos enseñaron que la única manera de estar desnudo es cuando te bañas o tienes
relaciones sexuales.
Y, ¡oh, sorpresa!, puedes estar
desnudo comiendo, viendo una peli, disfrutando el campo, realizando talleres,
excursiones, practicando deportes, tomando un café con amigos, realizando una
noche de juegos, en fin, creo que mientras más se hable del tema y conforme se
visualice más nuestro tipo de vida, esas telarañas terminarán desapareciendo.
Muchos tienen la concepción que
el nudismo es una perversión o que sólo se orienta para la provocación de los
cuerpos, cuando únicamente se trata de omitir los textiles, de dejar a un lado
aquellos disfraces y máscaras que nos impiden conocer realmente a otras personas,
sin preocuparse, necesariamente, de cómo se ven o qué pensarán, porque te
muestras tal cual eres, con las “arrugas”, con los kilos de más, sin taparte
las estrías o esconder zonas que no podrían ser “desagradables”.
Pero los nudistas sabemos que
todo cuerpo es bello, que es perfecto, sin importar cómo se vea porque es único
y esto es respaldado de una semilla llamada auto aceptación, cuando te amas, te
aceptas y te quieres tal cual eres, es mucho más fácil desprenderte de esos
centímetros de tela que lo único que hacen es estorbar.
Y sí estorban, cuando aprendes
que no necesitas realmente esas coberturas, te sientes
completamente libre, y confieso que, yo, al menos, mientras menos ropa tenga
encima es mejor, se quitan tabúes, inseguridades y te muestras tal como eres en
realidad.
No soy experto en la materia, pero ya tengo experiencia, varios años practicándolo, en mi casa, en la playa, en reuniones con amigos, en clases de yoga, en marchas, en fin, varios lugares que me han permitido disfrutarlo plenamente sin preocuparme cómo me veo y confieso que a partir que lo descubrí y me bauticé como nudista es tan incómodo estar portando ropa, comúnmente, pero lo tienes que hacer porque aún no hay una sociedad tan fuerte para poder disfrutar la vida totalmente sin ropa, como en otros países.
Tal vez el nudismo no es para toda
la población, pero sí considero que todos deberían de experimentar una vez en
la vida una actividad social o una pequeña reunión practicándola, para que
disfruten esa indescriptible libertad y ese goce que se siente estar sin esas
etiquetas que nos ponen(mos) cada vez que interactuamos con los demás.