El título del filme no le hace justicia al producto audiovisual que vi, cuando leí el título en el carrusel de Netflix, me imaginé otro filme de comedia barato, que pasa sin pena ni gloria y que sólo te podría hacer reír con chistes básicos, pero no es así, muy al contrario es un documental que pone los "puntos" y las "comas" de lo que ha pasado durante mucho tiempo en la fuerza policial de nuestra ciudad, del país.
Y todos sabemos, que su imagen está por los suelos, no podría tener otra, después de que observé detenidamente este largometraje de Alonso Ruizpalacios confirmé que aún existe esa pobreza no sólo en el sistema sino de varios que lo componen, aunque claro, cabe señalar que existen voces fuertes de quienes sí portan con orgullo ese uniforme popular azul.
Como lo son los dos personajes principales de esta peculiar narrativa: María Teresa Hernández, interpretada por Mónica del Carmen, y su pareja (sentimental y de trabajo) un hombre conocido como "Montoya", a quien Raúl Briones le da vida.
Y de hecho, cada uno realiza doble trabajo, interpretando el rol que les fue designado y también, quizá el de mayor eco, ser ellos mismos, descubriendo lo que existe en el sistema, durante su formación policial, compartiendo comentarios y reflexiones de una manera directa, a quemarropa, sin tapujos, de lo que vivieron en las academias de policía, como estudiantes.
Es decir, "Una película de policías" es un documental y, a la vez, no lo es, digamos que es una docuficción porque ambos intérpretes nos introducen a los personajes tan reales, cómo comienzan sus carreras, cómo se conocen, hasta llegar a ser la "patrulla del amor"; y al mismo tiempo, los escuchamos de qué forma experimentaron en carne propia, desde un "insignificante corte de pelo" hasta cómo disparar una pistola.
Durante más de 100 días, los actores se infiltraron y siguieron a policías reales para conocer más de este mundo, y con esto tener más bases para su personaje y para poder compartirnos una visión más clara de lo que se vive, de lo que sufre, de lo que goza, de lo que la gente les hace.
Y aunque todo podría sonar muy sobrio, muy duro, en la narrativa, existe ese romance que nos permite sonreír y también hay segundos que te dan risa, para aligerar un poco todas las bombas de realidad y crudeza que vivimos.
La corrupción, los abusos de poder y la inseguridad son el aderezo de este filme, y hay que decirlo como es, porque aún existe, porque se ha alimentado y porque de ambos lados hay una corresponsabilidad.
Y no, aunque lo parezca no sataniza a la institución, pero tampoco la glorifica, su visión es enfocar la mirada de quienes hablan, de quienes actúan, de quienes cometen y de quienes ponen en la mira las grandes fallas que hemos tenido como sociedad, y eso al final se agradece, que se exponga de una manera tan real las entrañas de este sistema disfuncional.
"Me da vergüenza decir que soy policía"
"Nadie en su sano juicio, quiere ser policía en esta ciudad"
"Personas vulnerables intentando ser las más fuertes"