Muchos suelen pensar que lo gay o ser homosexual, está de moda, y creo que no es cierto, lo que está en boga es ser quien realmente eres, disfrutar lo que eres con las "consecuencias" que esto conlleva, ser feliz con quien tú desees sin darle explicaciones a nadie, dejar a un lado las etiquetas añejas, liberarte y sentir el aire sin miedo; y todo esto es lo que precisamente aborda la obra de teatro "Orgullo".
Una puesta teatral del Foro Lucerna dirigida por Angélica Rogel que une dos historias, que podrían ser atemporales, que podrían haber sucedido hace dos días o hace 50 años, porque hay situaciones que no cambian, esos prejuicios que venimos arrastrando hasta el día de hoy; pero afortunadamente hay lecciones que hemos aprendido y muy bien, como el levantar la voz.
¿De qué va? Desde que salí de la función ha sido un poco complicado explicarlo porque posee muchas aristas, varios discursos que te sorprenden y sólo puedo decir que quizá pudieras ser retratado en alguna situación plasmada aquí o alguien de tu círculo cercano.
Ambas historias poseen tres personajes: Philip, Oliver y Sylvia, interpretados por Adriana Llabrés, Nacho Tahhan y Mauro Sánchez Navarro, claro, con el enoooorme apoyo de Mauricio Isaac, y lo digo de esta manera porque este último es una bomba en el escenario, se disfruta cada vez que se aparece, su manera de abordar los personajes que le fueron asignados es inteligente, real y preciso. Sin duda es un gran acierto tenerlo aquí.
Y ojo no estoy haciendo a un lado al trío, porque en verdad se ve una entrega, un trabajo detrás y un apoyo para llevar este barco por un camino decente, en especial, Nacho y Adriana.
Tengo que decir que por momentitos (o momentotes) me llegué a desconectar, sobre todo en la primera parte, sentí algunos diálogos muy pesados o simplemente no entendía el porqué estaban ahí, en especial en la primera historia. Y no es que no me haya gustado la obra, aunque tampoco me encantó, tiene muchas cualidades pero la duración de casi 3 horas, siento yo que no es una de sus fuertes.
Si con decirles que cuando llegó el intermedio pensaba que ya se había terminado la obra, lo confieso, pero no fue así, venía "lo mejor", la sentí con mayor potencia, mayor entendimiento y hasta una mayor identificación, aunque ya estuviera cansado.
De la escenografía, la siento compacta, es decir, en la parte de atrás a veces percibía que no era tan natural los trayectos que hacían los intérpretes, sobre todo antes del intermedio, y en especial la zona donde estaba la lámpara lo cual era un casi obstáculo para Nacho, quizá por la altura, sentía (o él) que en algún momento se iba a pegar.
Lo que me da gusto de obras como "Orgullo", es que expone la realidad, que muestra lo que hemos vivido la comunidad LGBT, durante años lo que es relacionarse con los demás, lo fácil que puede ser disfrutar la sexualidad sin tantas telarañas mentales, los segregados que hemos sido.