Oliverio y la Piscina: Cuando el duelo se viste de azul

Nadie se enfrenta a la muerte de la misma manera, nadie asimila la pérdida de una persona cercana de una forma agradable, y menos, cuando eres un niño que está iniciando su adolescencia y sobre todo, si el ser querido es quien te trajo al mundo; nadie reacciona como lo hizo Oliverio: quedándose a la orilla de la alberca de su casa, viendo la vida pasar, en la compañía de las cenizas de su padre. 

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Éste lugar es su centro, su espacio vital, se aísla, y en cuanto tiene la urna verde azulada, la mantiene cerca de él, mientras observa el agua, el color de la alberca, el flamingo flotador que no para de moverse, y es aquí donde se enfrenta consigo mismo, con los demás, incluso, expresando, ¿Para qué me muevo de aquí si en cualquier momento, ciao, me voy a morir? 

Porque, sin duda la alberca es un personaje más en este drama con algunos toques de comedia, su color azul, sus movimientos, los reflejos, lo que atrapa, lo que emite, lo que sucede a su alrededor, lo que se calla, lo que se sueña, lo que atraviesa y lo que termina hundiendo...

Es en este patio de una casona, donde vemos al protagonista de la ópera prima de Arcadi Palerm-Artis, "Oliverio y la Piscina", asimilando lo qué le sucedió, enfrentando sus miedos, peleándose con su mamá, siendo un poco cínico con el "amante" de ésta, tratando de tener una buena relación con su tío, dejándose consentir por quienes tiene alrededor, pero, en especial buscando una razón, para moverse de ahí.


Alejandro Areán es quien lleva en sus hombros este gran papel y lo hace de una manera muy inteligente, sus caras, sus respuestas, las actitudes que posee con cada uno de los integrantes de su núcleo social, tiene un gran ángel, y se percibe así aunque no lo veamos sonriendo, lo observamos pensativo, afligido, triste, dubitativo, como un adolescente no quisiera estar.

Mónica Huarte realiza el papel de Lily, la madre de Oliverio, lo primero que se percibe es el look tan retro del personaje, porque eso sin duda, causa sorpresa y hasta emoción, pero más allá de lo visual, existe un discurso demasiado poderoso, un mensaje que atrapa, de una madre psiquiatra que no sabe cómo comunicarse con su hijo, le está costando trabajo cómo impulsarlo y cómo resolver esas telarañas (o cucarachas) que posee desde aquel trágico momento.


Nunca había visto a la actriz en un tono tan crudo, tan real, tan frío, con una firmeza, me gustó cómo se desenvolvió y las escenas que me hicieron admirarla más, sobre todo porque el director supo cómo aprovechar sus miradas, sus intenciones y además, darle una frases dignas de recordarse como "Estás en una espiral de autodestrucción".

Y todo el resto del cast está en la misma línea, precisos, reales, humanos, pero, sí tengo que recalcar al papel de Jorge Zárate, Rosita, porque en la primera escena donde aparece no entendía el porqué estaba ahí y conforme pasaban los minutos me daba cuenta que era importante tenerlo, hay un tratamiento interesante de su personaje, muy delicado, muy acogedor, que termina siendo demasiado poderoso y apapachador para la historia.

Si con decirles que una de mis escenas favoritas es cuando ella está frente a Oliverio y a su amiga, y a ellos les extraña su manera de vestir, de comportarse (no diré más para que la vean), y te cae una cubetada de agua fría, cuando los ves reaccionar y con unas cuantas palabra tan naturales que te saca una sonrisa y dices: ¡así de simple es (y debería de ser)!

Así que si tienen oportunidad de verla, háganlo, te puede sorprender, no sólo por el tema del duelo y las relaciones familiares, sino cómo podemos seguir soñando aún teniendo las pesadillas cada noche.


"Te ves rara porque te sientes rara"

"La decadencia es un lujo que no debemos permitirnos"


OLIVERIO Y LA PISCINA
Dirección: Arcadi Palerm 
Guión: Arcadi Palerm, Gibrán Portela 
Fotografía: Alexis Rodil 
Reparto: Alejandro Areán, Mónica Huarte, Jacobo Lieberman, Alex Warren, Jorge Zárate, César Troncoso, Camila Calónico, Luis Amaya.