Estoy agradecido con la vida por haberme encontrado a alguien como Israel Cruz Juárez en mi camino, muchos, o casi todos, lo conocían como Tío Pollito, y aunque hoy no esté físicamente con nosotros, se que estará aquí, presente, mientras nosotros lo recordemos.
2018 fue el año en que lo conocí, en una reunión y aunque platicamos poco, hubo clic, tan relajado, tan tranquilo, tan abierto, tan él, que de alguna manera me identificaba con su forma de ser, hasta descubrimos que cumplíamos años el mismo día, muy curioso, pero así fue.
Nos reencontramos, unos días después, en Zipolite y fue padrísimo caminar, chismear, tomar el sol, disfrutar la alberca, mirar el mar, divertirnos y el resto es historia; desde lanzarnos a Cuerna o Tepoz, ir al teatro o a clases de yoga, hasta irnos a la rodada nudista, ¡mi primera rodada!, y gracias a él, participé, y hasta salimos en primera plana de un periódico, esa foto jamás la borraré.
Me acuerdo cuando me presumió su depa, le veía esos ojos de libertad y tranquilidad, que era feliz, independientemente de algunos detalles que lo mortificaban un poco, pero estaba haciendo lo que él le gustaba, estaba en su espacio y era lo importante.
Y ni decir del proyecto que realizamos juntos con Luicho, Colores Nudistas, en dos calendarios se quedó para la posteridad su creatividad, sus ojos, su enfoque, su entrega, su manera tan especial de diseñar. Agradezco ese resultado inmortal.
También cuando dejó a un lado esos lentes, yo fui una de las primeras personas que lo vio así y se veía tan contento por esto, aunque para ser francos, no me acostumbraba verlo sin sus características gafas, ahora lo recuerdo como si fuera ayer.
Es, sin duda alguna, de los mejores amigos que el nudismo me regaló, estuvo ahí, estuve, estuvimos, durante casi cuatro años, al pendiente, creo que nunca nos peleamos y aunque en las últimas semanas habíamos estado un poco distantes, estoy seguro que nuestro cariño y amistad estaba y ahora lo confirmo con las palabras que me dijo su mejor amigo.
Y cómo no voy a extrañar esos abrazos fuertes que solía dar, no eran de medias tintas, eran de carne y hueso, esos que todos deberíamos de dar a las personas que queremos y procuramos, esos que me daba cada vez que se podía.
Con los ojos inundados de impotencia, amarga tristeza, rabia y shock, escribo estas líneas en mi blog porque él (de repente) lo leía y siendo un espacio tan importante para mí, es inevitable no incluirlo, como homenaje a él y si alguien está leyendo esto, por favor, díganle "te quiero" a sus amigos, Pollito me lo decía mucho.
4 años me bastaron para descubrir un bello ser humano, que aún, después de varios días, que se han hecho eternos, no puedo asimilar su partida, pero, lo que sí quiero creer que esté donde esté, está mucho mejor que nosotros, alrededor de dinosaurios y bailando bachata, obviamente, al natural.
Amigo: Tantos planes, tantos sueños utópicos, tantas pláticas quedaron pendientes y también, nuestro concierto de Laura Pausini que no llegó a tiempo, pero, te prometo que cuando haya uno, iré para cantar al doble, por ti y para ti. Te extraño, te quiero y gracias por todo, nos encontraremos no sé si pronto, pero sucederá.