'Que No Se Culpe a Nadie de mi Muerte'

Quedé sacudido, impactado por las últimas palabras transmitidas en esta puesta en escena protagonizada por Majo Pérez, sus gestos, su mirada, su tono, su forma de decir aquellas sílabas fue penetrante, retumbaron sobre mí, y estoy seguro para todo para quienes hemos pasado por una situación muy fuerte o quienes estamos ahí actualmente, batallando contra nosotros mismos y algunos fantasmas personales.


Y es que, desde un inicio, tan sólo escuchar o pronunciar "Que no se Culpe A Nadie de mi Muerte" pone en evidencia una problemática, una situación que no está bien, una acción que puede venir en picada, una prometedora frase que pone en jaque a aquella persona que hizo que alguien de su círculo desee ya no respirar en este mundo.

Porque el personaje principal creado por Humberto Robles  ha decidido suicidarse, se debate entre la vida y la muerte, pero muy en el fondo de su corazón, conserva la esperanza de que una llamada lo detenga, la del "naco" de su novio, y mientras esto suceda (o no) revive a los costales de palabras y frases que la atormentaron desde que tiene uso de razón.

Y todo este panorama podría sonar a un drama que nos podría dejar fríos, que nos pondría a llorar, pero no lo es, en su espacio, sobresale el humor, ese humor negro que te hace emitir risas y carcajadas a consta del sufrimiento y caídas que ha tenido el papel que protagoniza "@LaPérezReyes".

Y por poner un pequeño ejemplo, la mexicana describe y enuncia que actualmente, hay tantas opciones para quitarse la vida, y lo hace de una manera natural que aunque es un problema mental serio, la forma en que está dicho no hay cómo no reírse, impacta a la reflexión, a la situación que hay detrás.

La actriz se encarga, a través de cambios de vestuario y algunos elementos en su cuerpo (y no necesita más), de presentarnos a quienes la marcaron desde su niñez, desde lo prejuiciosa y lejana madre hasta la monja judía que la criticaba y la señalaba; pasando por la "pacheca" de su hermana, y también de su abuela judía que todo lo calificaba como corriente. 

A cada una le da su tiempo, le da su entonación, sus palabras, sin mencionar a un personaje que indirectamente recae en la decisión de esa noche, de aquel hombre que no es quien ella hubiera soñado estar, pero es lo que hay, es con quien comparte minutos de su vida, hasta ahora.

Esa noche que nos hace pensar en qué tanto afecta el machismo en nuestra vida, en lo que repercute las palabras que desde pequeño te han sofocado, en la ciega influencia de la religión y el abuso de aquellas substancias que te hacen, paradójicamente, estar vivo. 

Este monólogo que había sido protagonizado por Valeria Vera, lo domina por vez primera Majo Pérez, a quien yo la percibí cómoda, entregada, con una entereza en el escenario y jugando a una suicida desesperada, cansada de su propio existir, que hasta sientes ganas de abrazarla, de escucharla y darle palabras de aliento. 

Me hubiera encantado tener en mis manos, o al menos en digital, el programa de mano, pero no sucedió ya que el QR compartido en el teatro te llevaba a un link roto por lo que no pude descubrir los créditos de la puesta en escena, detalles que aunque no lo parezcan, podrían hacer alguna diferencia.

“Hasta para irse de esta vida, hay que hacerlo con estilo"


QUE NO SE CULPE A NADIE DE MI MUERTE

Teatro Ofelia

Dramaturgia: Humberto Robles 

Dirección: Sergio Arroyo 

Elenco: Majo Pérez