*Éste texto, por la naturaleza de la puesta en escena, puede
contener varias revelaciones, comúnmente llamadas spoiler alert*
Desde que conocí el título de la obra me impactó, y empecé a buscar un poco de información y me topé con varias experiencias en la web, pero ninguna lo suficientemente clara como experimentarla en carne propia, y en especial descubriendo que el director y dramaturgo es Richard Viqueira, quien hace varios años nos regaló "Psicoembutidos", "Bozal" y más recientemente, "Hombruna".
Después de entrar al lobby del Teatro Benito Juárez, con mi boleto en mano, el cual no tenía asiento designado, ingresé a la sala, con las luces apagadas, apenas se alcanzaba a ver una luz de una máquina, te piden que te formes en una fila y minutos después, escuchas indicaciones del máster de la obra, y antes que bajara las escaleras tomé un tesoro, las "llaves de la felicidad", unas fichas que harán que abras más los ojos, espero.
Mientras daba mis pasos hacia el escenario, me sentía un poco nervioso, tal vez ansioso de lo que iba a encontrar y eso está bien, no sabía exactamente lo que había detrás de ese telón y finalmente logré saberlo cuando me agaché y pasé a través de una de esas maquinitas de la papelería que jugabas cuando eras niño/adolescente.
Confieso que yo nunca fui muy hábil para los videojuegos, algunos me agradaban, pero la mayoría, como eran de peleas o futbol no me encantaban tanto, y lo comento porque aquí se me vinieron a la memoria muchos de aquellos objetos electrónicos que se tragaban las monedas, que te regalaban más tiempo o que te hacían pasar minutos (que parecían unos cuantos segundos) muy divertidos.
En el escenario, observas varias máquinas, algunas apagadas, otras prendidas con personajes de carne y hueso que emiten sonidos y frases repetidas como el de “De-po-si-ta u-na mo-ne-da” esperando que tú seas ese "Dios", manipulador, director de orquesta, jefe, gobernante, y des las órdenes, las directrices y cómo quieres manipularlos.
Recordemos que un videojuego típico vas conociendo las reglas a través del acierto y el error, aquí es igual, vas comprendiendo sobre la marcha, pero el tiempo corre, eso lo tenía muy claro, la toma de decisiones son importantes para estos avatares, de carne y hueso y eso, es lo interesante y al mismo tiempo, shokeante.
Porque, detrás de más de de 20 juegos interactivos que están a cargo de seis intérpretes, los cuales poseen varios papeles, existe un discurso detrás, qué tan satisfechos estamos de otorgar incluso en contra de la voluntad de la otra persona, esa naturaleza del poder y la libertad, aquí el que se pone a prueba eres tú.
Cada que pasa el tiempo los juegos se vuelven más fuertes, para algunos ojos, pero al mismo tiempo, el discurso se vuelve más potente, porque aquí no verás el videojuego de Mario Bros, no, lo verás una versión humana, haciendo cosas que jamás pensaste que haría, dispuesto hacer, quizá, lo que tú le pidas.
En "Dios juega videojuegos y yo soy su p*to Mario Broz" verás combates sobre plataformas imaginarias, bailes eróticos, escucharás historias creativas, ver trucos de magia hasta contarnos el abuso sexual de un intérprete desde el interior de una máquina atrapa peluches.
Así de fuerte, así de divertido, así de impactante y al mismo tiempo, una obra que te hace reflexionar.
DIOS JUEGA VIDEOJUEGOS Y YO SOY SU P*TO MARIO BROZ
Reparto: Valentina Garibay, Nane Aguilar, Omar Adair, Pastor Aguirre, David Blanco, Ángel Luna.
Dirección y Dramaturgia: Richard Viqueira.
Diseño de dispositivos interactivos: Mario Marín del Río
Música original y acción sonora: Edwin Viqueira.