Desde que tomas tu asiento, observas a Gabriela Guraieb y Raúl Villegas Román (ella y él) preparándose, estirándose en el escenario, arreglando la utilería para darnos la bienvenida a una exposición en donde (tratarán) de explorar lo que es el amor, sus efectos, casualidades y la transformación que este provoca como si fuera un choque de dos territorios que son muy ajenos entre si.
Antes de ingresar al teatro te dan un papelito preguntándote "¿qué es el amor?", a lo que tú "tienes" que responder y depositarlo en un recipiente azul, para que al final, y era más que evidente, que los iban a ocupar en la obra, pero lo que me llamó la atención fue que después de estar insiste una y otra vez para que todos contestaran al "profundo cuestionamiento", sólo usaran 2 respuestas en los últimos segundos de la obra.
Y eso es lo de menos en este tipo de espectáculos donde integran al público, lo hacen "interactivo", casi a fuerza, los que son "chous" artísticos-diferentes-raros no me gustan, los evito, porque yo no quiero ser la voz o el centro de atención, a eso yo no voy al teatro; a mí qué me importa la experiencia amorosa que tenga la persona que está sentada en frente de mí o qué es el amor para la señora que estaba a unos centímetros de mi butaca; yo voy esperando en que me cuenten una historia que me interese, que me provoque, que me conmueva, que me divierta.
Y fue a partir de ahí que perdió mi interés, de no entender por qué había esa dinámica en el escenario, por qué había tantos movimientos que no me aportaban nada, por qué mientras uno de ellos estaba dirigiéndose a nosotros, el otro estaba atrás disque acomodando dos bancos de madera, con un carrito organizador con ruedas giratorias, un proyector, entre un mueble con cafetera y una lámpara.
Ya no existía algo poderoso en el escenario que me atrajera, y por más que trataba de subirme al barco, el agua que sacan las ballenas hizo que me enfocaba a observar otras cosas como las placas de las obras que han estado en este recinto de Coyoacán como "El Camino de los Pasos Peligrosos" y "El Donador de Almas" o tratar de descifrar las caras de las personas a mi alrededor.
La forma de arrancar, la manera de "interrumpir", los momentos para improvisar no llegan a un buen puerto, siento que la historia no me es funcional, es más, parecería, en ocasiones, que es una de esas obras de prepa que tratan de salir a flote y son ensayadas sólo dos veces para complacer a la familia, nada más.
Y qué lastima porque ambos intérpretes tienen su magia, poseen un ángel y una voz que atrae, pero no para sustentar una narrativa de más de una hora y media; tengo que mencionar que cuando empezaron los gritos y los pseudoenojos no los entendía, parecía una pelea de adolescentes, sin sustento y ya esperabas que ya se calmaran "las aguas".
Tal vez los puntos que yo podría rescatar son el elemento café que es usado de una manera metafórica, y el publico lo va descubriendo poco a poco; la imagen de la escena final; los movimientos cuando se besan y la música del baterista.
He tenido la fortuna de ver en el teatro varias obras con una pareja en el escenario y descubrir cómo se conocieron y toda su historia, y hay maneras interesantes de hacerlo y no es necesario una gran infraestructura para hacerlo, pero sí, mucha creatividad, interés de contar algo diferente y una narrativa interesante, y bajo mi percepción, y lo reitero, bajo mi visión, "Avistamiento de Ballenas" no lo posee.
AVISTAMIENTO DE BALLENAS
Teatro La Capilla
Dirección: Angélica Rogel.
Baterista: Homero Torres Zavala.
Reparto: Gabriela Guraieb y Raúl Villegas Román.