'Smiley': Una comedia que me hizo llorar

Lo acepto, me sucedió en los últimos minutos de la puesta en escena "Smiley", y cuando salí de La Teatrería, me repetí a mi mismo, no escribiré nada acerca de ella, no puedo y ni siquiera tenía las ganas de hacerlo, porque cabe mencionar que trato de emitir mi experiencia en las primeras horas para que no se me olvide, principalmente; y no porque la haya odiado, sino porque estoy en una etapa de mi vida, digamos, "complicada emocionalmente".

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Y es que finalmente el teatro es una bomba, depende de ti cómo juegues con toda aquella información emitida, con la narrativa expuesta, con el ambiente y aquellos personajes con los que te puedes ver reflejado; y siento que a pesar que me divertí mucho, me reí en varias ocasiones, la gocé casi de principio a fin, también existieron situaciones que me hicieron estallar, y hoy, después de varios días, lo agradezco.

Lo interesante de esta historia -que aunque pudiera ser muy simple- es cómo se va presentando, la manera de desarrollar a cada uno de los personajes y contrastarlos, siento que es una de sus grandes cualidades, la historia de Álex y Bruno quienes no sólo son diferentes, son profundamente distintos, se conocieron gracias al "veleidoso dedo del destino" que posee (o no) un hilo rojo anudado al meñique, y es aquí donde verás formas de entender, sentir y enfrentar el amor.

Seguramente ya habrás escuchado o visto una historia en que los polos opuestos se atraen, en que las dos personas aparentemente no encajan entre sí y al final podrían estar juntos (o no), y "Smiley" es un ejemplo de esto, mostrando una comedia divertida, especialmente para la comunidad LGBT, la interpretación de ambos actores, y el ritmo de la obra hace que se te vaya de volada y quieras saber más; y esto es un gran acierto, porque sí te quedas esperando más, de conocer más de ellos y su volcánica relación.

El elenco tiene alternantes, a mí me tocó ver a Jerry Velázquez y Martín Barba y aunque ambos lo hacen bien, se observa que tienen muy bien construidos sus personajes, este último me costó trabajo desde un inicio, la forma de presentarse tardó en amarrar para mí, los primeros segundos no me encantaron, pero, conforme pasa el tiempo, agarra velocidad, lo entiendes y "hasta" disfrutas de su rol; por otro lado, Jerry, de quién ya conozco un poco más de su trabajo, me agradó mucho su desenvolvimiento en el escenario, aquí se luce, demuestra que posee un ritmo especial y maneja a su antojo su(s) personaje(s).

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Odio cuando voy a una obra que se rompe la cuarta pared, pero aquí es bien cuidado por el director Joserra Zúñiga, la manera de hacerlo no es imponente, además, es realizada ingeniosamente que lo agradeces, y -tal vez- esos momentos son de lo más entretenido de la historia.

Esta comedia funciona, además, como una crítica social a los estereotipos que existen en la Comunidad LGBT+, para ser exactos, gays, a las relaciones que tenemos, cómo nos desenvolvemos en nuestro entorno, y no puedo generalizar, pero, sí vi reflejados a varios amigos y conocidos, inclusive a mí, en ese
 espacio.

Y lo tengo que mencionar, la mayoría de las situaciones fueron muy divertidas, pero, existieron otras que no me provocaron risa, es más, no les entendí, y siento que este detalle puede ser generacional y no "pasa nada"; traer algún personaje a "colación" no será lo mismo para una persona de 24 años que para alguien de 45.

Encontrar el amor (y me refiero al de pareja) nunca ha sido fácil, en especial para los gays y si a eso le sumamos, la tecnología, las aplicaciones, los bombardeos de la "vida feliz", más complicado aún, y esto se ve reflejado en esta obra que sí es tierna, sí es un tanto rosa, sí es divertida, pero también te bombardea cuando menos te lo esperas.

“La casualidad a veces necesita un empujoncito"


SMILEY

La Teatrería

Dramaturgia: Guillem Clua

Adaptación: Joserra, Martín, Jerry, Jesús y Sergio.

Dirección: Joserra Zúñiga

Reparto: Jesús Zavala, Jerry Velázquez, Martín Barba y Sergio Velasco (alternando funciones).