Quizás, de cierta manera todos nos hemos sentido en alguna ocasión casi ahogados, que no vemos luz en la vida, que ya nada nos prende para seguir, que ya no tenemos esa chispa por dar el siguiente paso o como se diría "con la soga al cuello", así como se siente el protagonista de la obra de Antonio Vega, un personaje que ya no desea seguir respirando ese aire y sólo ha encontrado una solución, pero, durante este intento, descubrimos lo que sucede por su mente, por su corazón y no sólo la de él, del dramaturgo y de nosotros mismos.
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Cuando llegas al recinto de la UNAM, te sientas en tu butaca, sólo ves en el escenario algunas mesas a lo lejos y unos celulares/cámaras en medio, por lo que esperas a que te sorprendan lo que podría suceder ahí, ¡y vaya que lo hace!, llega el dramaturgo quien nos da un prólogo acerca de lo que vivió en la pandemia, para entender mucho mejor la historia, inmediatamente se despliega una pantalla blanca y él se sienta "cómodamente" sobre su escritorio y ahí inicia no sólo el espectáculo, arranca la verdadera magia.
Y la llamo de esta manera porque esto es lo que realizan cada uno de los intérpretes que no paran desde que se anuncia la tercera llamada, es sabido que el teatro no es un espectáculo sencillo de realizar, pero, aquí no sólo se realiza este arte, imprimen una animación, como si estuvieras viendo una especie de "película", pero con elementos creativos que le dan la vuelta a todo lo que tus ojos hayan visto, marionetas, rifle de juguete, sombras de árboles, el diseño de una casa, por mencionar algunos.
Es muy fuerte ver la primera escena, Django subiéndose a una silla "temblorosa" con un lazo blanco en el cuello, al lado de un árbol, con la plena convicción de decir su último adiós, sin embargo todo podría pasar, cualquier detalle -o palabras del dramaturgo- podría cambiar su destino... o no, al igual que la de un perro o una voz enfadosa de un ave de rapiña.
Había leído en algún lado que "Django con la soga al cuello" era una meta-ficción cinematográfica de una meta-ficción teatral y yo no lo entendía, es más, hasta se me hacía lejano, nada atractivo por lo que tardé para ir a verla, pero cuando estás ahí descubriendo lo que pueden hacer, en cuestión de segundos, Ana Graham, Emmanuel Lapin, Belén Aguilar y Alfredo Veldañez, comprendes el porque sí era necesario ir a verla.
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Podrías, tranquilamente, fijar tus ojos en la pantalla todo el tiempo y disfrutar de la puesta en escena, entender lo que el protagonista te proyecta y emocionarte; pero, si bajas tu mirada, ves la manera de trabajar de todos los que "corren", mueven y cambian detalles, frente a nuestros ojos de una manera precisa, aparentemente sencilla, es un deleite.
Y voy más allá, percibiendo desde mi butaca la obra, también me imaginé "viéndola" con los ojos cerrados, escuchando la voz del personaje y descubriendo cada uno de los sonidos especiales realizados por María Kemp, que son una maravilla, hay veces en que no podía dejar de verla porque era precisa en los movimientos que realizaba con los elementos que tenía a la mano para ambientar la complicada historia, creando golpes, estruendos, y toda clase de sonidos incidentales.
Y no sólo son pequeñas piezas u objetos minuciosos que se manejan con un par de dedos o manos, que embonan perfectamente con la música y ambientación, hay grandes sorpresas al final, que no lo veías venir, que te envuelve, que no dejas de parpadear y dices, ¿para qué me quiero poner -otra vez- la soga al cuello?
"Django con la soga al cuello" es una de esas obras que todos deberíamos ver, al menos, una vez en la vida, quien diga que no exista creatividad y enormes relatos en el escenario teatral, no ha visto la producción de Por Piedad Teatro y Teatro UNAM; en verdad, un deleite en todos los sentidos, su historia, efectos visuales, auditivos, por la sincronía de los intérpretes, música, o aquella magia que produce todo lo anterior.
Más allá del trabajo técnico, tengo que mencionar que hace mucho no lloraba en el teatro, pero, me emocionó mucho, y no especificaré la escena, sólo diré que fue de lo últimos minutos, una bomba cuando se abre esa puerta y con algunas cuentas palabras y una acción, te golpea para decirte "no estás solo" y eso fue muy poderoso.
"No puedo escribir un final feliz, no lo merezco”
DJANGO CON LA SOGA AL CUELLO
Teatro Juan Ruiz de Alarcón
Finaliza el 2 de marzo de 2024.
Dramaturgia y Dirección: Antonio Vega
Ensamble: Ana Graham, Belén Aguilar, Emmanuel Lapin, Alfredo Veldañez y Mónica García.
Efectos sonoros: María Kemp.
Música: Cristóbal Maryan.
Jueves y viernes 20:00 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas