Ya sé, ya sé, así no se llama la obra de teatro que cumple dos años en cartelera, pero, sucede que es la tercera vez que disfruto "Siete Veces Adiós", y siento que será la última, no porque no me agrade, me gusta mucho la historia, me siento identificado en algunos momentos, me encantan las canciones -algunas me las sé-, pero, yo no soy tanto de repetir puestas en escena, es muy raro que lo haga, honestamente, y prefiero guardar en mi corazón y memoria lo que me produjo este show.
Y esta tercera ocasión, me atreví a verla porque simple y sencillamente participa Mónica Huarte, para quien me conoce, sabe que es mi actriz favorita y trato de verla, sobre todo cuando aparece en teatro, en donde -en mi siempre y nunca humilde opinión- mejor se desarrolla, tenía que ir a checar cómo abordaba el papel de "Lamore", al cual le imprimió muchas variantes, toques muy curiosos, la gocé mucho.
Éste personaje lo vi con César Enríquez y Valeria Vera, y no quiero comparar porque para ser francos, los dos le agregaban o quitaban ciertos detalles; Mónica le otorga más sensibilidad, más dinamismo y hasta diría energía, me encantaba cuando había una canción más rockera, se ponía a bailar y eso contagia, al igual que en momentos más íntimos, lo sentías que te lo decía casi al oído.
Siento que ella está perfecta para esta versión de "él y él" porque hace una sinergia muy padre con la pareja de actores, hay una cierta complicidad que se siente muy natural, real y hace que vibre la relación aún más1.
Para quien no conozca de que va la puesta en escena diré que es una historia de amor tan (extra)ordinaria como la tuya o la mía, es narrada por la representación personificada del amor que existe en el mundo y nos lleva de viaje a la vida de dos hombres completamente diferentes que se conocen, se enamoran, forman una relación y viven juntos por 7 años hasta que uno de ellos decide que necesitan darse un tiempo.
Tuve que hacer memoria, buscar mi memorabilia y yo por primera vez vi esta obra en versión "ella y él" el 7 mayo del 2022; posteriormente, en junio del año pasado me invitaron a ver la versión "él y él" con Cuauhtli Jiménez y Martín Saracho; y este año repetí, esta dinámica gay pero, ahora con Jesús Zavala, con quien me gustó más, cómo se veían en el escenario, la manera de verse, de tocarse, de cuidarse.
Tengo que mencionar que también, la he observado, desde diferentes perspectivas, desde la sexta fila, preferente y en la más reciente, desde la primera, y cada una tiene su magia, tal vez, si lo vemos más rigurosos, sus contras, también; pero, en definitiva, desde las tres me hicieron llorar, no hay manera de no hacerlo, de no conmoverte, de no identificarte con una situación, un personaje o una canción.
Además, lo confieso, que las ocasiones en que las he visto la obra dirigida por Alan Estrada han sido diversas, respecto a mi estado sentimental: la primera, cuando fui con mi entonces recién pareja, nos estábamos conociendo y no le soltaba la mano; la del año pasado, cuando ya éramos más que "manita sudada", un poco más estables; y en esta última vez, como soltero -de nueva cuenta-, en donde los minutos finales de la obra me pegaron más, esos momentos son una belleza, pero también, contiene otras "flechas de cupido", que hacen que los ojos tengan "efectos".
En algún momento de "Siete Veces Adiós", el personaje de Mónica Huarte menciona que agradecer es el acto de amor más puro que existe y yo lo confirmo, decir gracias por lo que se vivió, por las experiencias que se tuvieron, por el tiempo invertido en esa relación, por lo bueno y por lo malo, vale la pena reconocerlo.
Y también, agradecer a quienes están arriba del escenario, a quienes producen esa magia, a quienes con su voz, talento, interpretación y música irradian ese polvo de estrellas para hacernos vibrar, ¡gracias!
"¿Quién me abrazara después de ti?"
"Nadie debería de esconder su amor"