Ésta frase pudo haber sido dicha por mí o -quizá- por cualquier nudista que disfruta de su cuerpo y vive (o trata de hacerlo) de la manera más natural posible, pero no, originalmente estas palabras son de Roger Lee, fabricante de ropa, emitidas en el documental "Buy now! The shopping conspiracy".
Se muestra en varias entrevistas tanto a él como otro grupo de personas que han trabajado e incluso dirigieron grandes negocios, de las mayores marcas del mundo, para explicarnos cuáles son las tácticas que utilizan para que la gente no deje de comprar y siga atiborrándose de objetos innecesarios.
La frase que la da título a esta entrada dicha en el filme de Netflix "Compra ahora: la conspiración consumista" se me quedó muy grabada, por lo que significa, por lo que representa y por los cambios tan poderosos que pudieran haber si en nuestro entorno social "nos dejaran" estar sin ropa, libres, sin preocuparnos qué ponernos o no. Disminuiría considerablemente tanta producción de textiles.
El producto audiovisual dirigido por el ganador de un Emmy, Nic Stacey, muestra cómo las grandes empresas no sólo de textiles, sino de diversos ámbitos, aprovechan herramientas psicológicas y también, tecnológicas para aumentar sus ventas.
Y es muy interesante los ángulos que podemos percibir durante un poco más de una hora de duración, porque no sólo analiza y expone a las diversas compañías y su forma de trabajar para generar más ceros en su cuenta, también, y más importante, aborda el impacto ambiental y social.
La manera de llevarnos en este largometraje, cómo nos mueve el mundo capitalista y los niveles a los que hemos alcanzado es de pensarse, es terrorífico porque no sólo tiene un efecto en nuestro bolsillo, sino también en el planeta.
Por ejemplo, vemos cómo lucirían las ciudades si las toneladas de productos que se compran y se tiran constantemente no se llevaran a vertederos del tercer mundo para que podamos mirar hacia otro lado y no darnos cuenta de lo que estamos haciendo. Realmente es muy fuerte, la Madre Naturaleza va a llegar un momento en que no va a resistir más.
Aunque sí, hay prendas que me encantan y disfruto portarlas, pero como nudista que soy, me he dado cuenta que esto pasa a otro término, que, al final, son etiquetas, marcas superfluas y disfraces que nos tapan de lo que realmente somos.
Aunado a esto, creo que valdría la pena que le echaran un ojo a una interesante publicación que hace algunos años leí "El libro negro de las marcas", donde describía las prácticas dañinas de varias grandes compañías como Nestlé, McDonald's y Adidas, por mencionar algunos, acusados de explotar a sus trabajadores o dañar el medio ambiente.