'El Mejor Cuento Jamás Escrito'

Salí asfixiado, medio asustado, demasiado impresionado, un poco atormentado, y hasta cansado del Foro Lucerna, después de observar "The Pillowman", o mejor dicho, "el mejor cuento jamás escrito", una historia muy cruda que te mueve en todos los sentidos, desde los primeros minutos que inicia, cuando ves a Regina Blandón entrar a escena con los ojos vendados, hasta cuando se obscurece y llegan los merecidos aplausos finales.

Los cuales fueron tan efusivos para todos los que hicieron posible este espectáculo, no sólo a quienes vimos actuando a lo largo de casi tres horas frente a nosotros, sino también quienes hicieron posible que el texto creado por Martin Mcdonagh llegara a nuestros ojos, como el director Miguel Septién o la música de Dano Coutiño, sin dejar de mencionar la iluminación de Félix Arroyo, por recalcar sólo a algunos.

Y lo digo así porque las palabras expuestas en la Colonia Juárez son como balas que se acercan lentamente, tratas de desafiar, de esquivar, inclusive hasta ignorar, pero en algún momento te van a tocar, inclusive sangrar.

La historia empieza cuando Katurian, una joven escritora, es detenida y acusada de participar en torturas y asesinatos puesto que los métodos de estos crímenes aparecieron descritos previamente en sus relatos llenos de violencia y muerte; mismos que ella anhela que perduren, no importando lo que tenga que asumir.

Sin duda alguna, el director exprime cada una de las virtudes de cada intérprete, ellos están perfectamente bien delineados, me gustó el cast y aunque, confieso, que me hubiera encantado ver en escena a Lalo Siqueiros, no existe alguna queja de lo que cada uno dejó en escena para llevar a buen puerto este barco.

Regina Blandón está increíble, posee el papel principal y en su espalda recae un gran peso que asume y se percibe que disfruta, su comunicación no verbal es intrigante; Pablo Perroni tiene una gran intensidad, su manejo escénico y el tono que imprime es realmente de aplaudirse, me dejó un buen sabor de boca.

A su vez, Alfonso Borbolla es sin duda el mejor trabajo que le he visto, una entrega total, me fascinó cómo te lleva a conocer su mente; María Perroni es un gran acierto, posee dos papeles muy interesantes que sabe aprovechar muy bien; y Andrea Biestro es una reina, sus gesticulaciones, su participación, lo hace genial.

A los anteriores ya los había observado en diversas obras pero a Adrián Pola y Enrique Arce Gómez no, no había tenido el gusto de ver su trabajo y sobre todo, este último quien te da mucha rabia por lo que hace, piensa y cómo reacciona.

Y tal vez sean sólo elegios pero es la verdad, lo que percibí de estos actores ante una historia desgarradora es una entrega total, entrega de alma, de voz, de silencios, de intenciones, y no ha de ser nada fácil, sobre todo si se juega con tiempos y espacios.

Porque además de ver la manera en que se va descubriendo la "verdad", hay también una ejemplificación de algunos cuentos, y junto con esto, existen momentos en que las palabras que se emiten te dan risa y es cuando te preguntas: ¿por qué me estoy carcajeando de esto sino es gracioso y le está doliendo tanto a los personajes?

Porque así es la historia, llena de mentes desequilibradas, de dementes inquietantes y de grandes mentes que hicieron todo para mostrarnos lo que somos, de alguna manera, la naturaleza humana, y eso duele.

Lo que yo podría criticar un poco es la duración, la primera parte que dura dos horas, se te va como agua, fluye adecuadamente, y se queda en un momento muy fuerte, tanto que ya quieres que siga para saber qué sucede pero la segunda parte, empieza bien pero sentí que el ritmo, conforme avanzaba, era un poco más lento, y eso me desesperó un poquito.



"No hay finales felices en la vida real"

THE PILLOWMAN
Foro Lucerna
Miércoles 20:30 h.
$500
DRAMATURGIA: Martin McDonagh
DIRECCIÓN: Miguel Septién
ESCENOGRAFÍA E ILUMINACIÓN: Félix Arroyo
MÚSICA: Dano Coutiño
REPARTO: Pablo Perroni, María Perroni, Regina Blandón, Adrián Pola, Enrique Arce Gómez, Alfonso Borbolla, Andrea Biestro, Eduardo Siqueiros.