La puesta en escena protagonizada por Itatí Cantoral nos presenta a Susy, una mujer que pierde la vista en un accidente de auto, mientras trata de organizar su nueva vida, sucesos extraños comienzan a ocurrir en su casa, gracias a un misterio que hay detrás de una muñeca que busca un trío de delincuentes.
Así es, más de una hora y media tratando de encontrar una simple muñeca, tratando de mostrar para qué la quieren y al final, todo lo acontecido se pudo haber contado en 30 minutos y pudo haber sido un espectáculo interesante, pero se alarga, a tal grado que ya lo único que quieres que el juguetito salga entre el público y acabe la obra.
Desde un inicio, la historia no me atrapó, no hice click con ella, la premisa no fue lo suficientemente sustentable para que me envolviera en lo que dicen es un gran misterio, sino al contrario, la primera parte me alejó del escenario, no entendía por qué había visto varios minutos y al mismo tiempo no había sucedido gran cosa.
Pero después del intermedio, hay un ajuste de tiempos y de sucesos que hace que pongas más atención en la historia, el desenvolvimiento, la manera de contártela cambia un poco y eso al menos, lo agradecí para que no me fijara en detalles superficiales.
Y alguien que se aleja de este término es María Perroni Garza, es lo mejor de esta obra, sin duda alguna, ella con su sola presencia, con su joven voz, con sus movimientos ayuda a refrescar lo que vemos en el escenario. En verdad, mil respetos para ella que supo cómo abordar el papel, manejó muy bien su trabajo y hace que los momentos que aparece tome nuevos aires.
A su vez, el trabajo de Itatí Cantoral, siento que se queda corto, hay momentos en que pude disfrutar de su desarrollo, sobre todo en los últimos minutos de la obra, pero, en general, considero que le falta sostener sus palabras, sus acciones, para que haya más conexión entre ella y quien la está viendo. En ningún momento me mortificó saber que ella estaba "Sola en la oscuridad"
No me puedo quejar de todas las demás actuaciones (Marco de la O, Lenny Zundel, Marcial Casale, Sergio Bonilla) creo que realizan un trabajo decoroso, que cumple con la dirección de Enrique Singer. Pero sin un "plus" que me haga recordarlos o me haya marcado.
Tengo un tema con la puerta que no se ve y el permiso para entrar o no, a veces me causaba incertidumbre este elemento con las entradas porque me queda la duda qué tan abierta está para impedir que entrarán o que tan cerrada se encuentra para invitar a algunos pasar sin autorización. Ya las últimas ocasiones me causaba mucha risa, para ser francos.
Y otro tema que me disgustó un poco, siendo muy quisquilloso, para ser sinceros, es: ¿Qué tan importante es prender no sólo uno, sino tres cigarros a lo largo de la obra? ¿Es básico que tengamos que aguantar tanta nicotina cuando debemos de estar libre de humo en la sala? Imagínense, aunque yo tenía el cubrebocas bien puesto tenía que soportar este fuckin' olor.
Además, tengo que mencionarlo, gran tache para el Centro Teatral Manolo Fábregas que vende botanita en papel celofán porque a lo largo de la función, esto le da "permiso" a algunos seres que abren sus productos, sin importarles el "silencio" que emiten en la sala, se bajen el cubrebocas e ingieran los "sagrados alimentos". No sólo es de pésimo gusto para quienes estamos a su alrededor, seguro que los actores también lo escucharon.
"A veces prometo cosas que no puedo cumplir"